Parte 2

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La [Supresión de Emociones] se activó constantemente hasta el punto en que Ainz pudo reaccionar, escuchar ese nombre de su vida pasada le alteró de cierta manera. No creía llegar a ver a "otro" como él, si bien en las historias de este mundo para la llegada de un jugador debían pasar años.

- ¿Se encuentra bien?

Rengoku creyó haber dicho algo malo pues el aspecto de los tres cambio drásticamente.

- ¡Momonga-sama, deberíamos llevarlo con Neuronist ahora mismo!

- ¡Estas loca! Él no es una amenaza.

Momon saltó para interponerse entre la Supervisora y el Espadachín.

- ¡LOS DOS, YA CALMENSE!

La voz fuerte y clara hizo a ambos NPC's caer de rodillas, incluso al mismo espadachín se echó atrás por precaución.

Ainz pudo ver al aventurero retroceder de manera silenciosa con solo un salto, era como verlo flotar a milímetros de la alfombra.

- Tranquilo, no pienso hacerte daño.

Rengoku decidió tomar distancia pero estando alerta por cualquier cosa.

- Lamento si le faltó el respeto pero su aspecto no es muy amigable.

Trato de mantenerse sereno.

- Si bien, todo el mundo me lo advirtió, no solo Momon-San también mis compañeros pero es difícil verle a la cara.

Sintio la mirada amenazante de aquellos dos sobre él.

- Como dije, lamento si le faltó el respeto pero... de dónde yo vengo usted sería un demonio que por su aspecto sería uno con cientos de años, casi tan viejo como Muzan.

De ese ente malvado solo conocía el nombre, jamás se había topado con él o alguno de sus compañeros lo había hecho. Muzan era muy bueno ocultándose y más por no estar a la luz del día.

Ainz analizó sus palabras profundamente, con una orde de su mano detuvo el intento de ataque de sus subordinados. No recordaba que en su mundo existieran demonios, aunque tal vez así podría llamar a esas Mega Corporaciones que sometieron a la nación a su avaricia y antojo.

- Dime... ¿De qué Japón vienes?

Rengoku lo miro directamente ¿cómo que de qué Japón venía?, solo podía haber uno.

Miro con extrañeza a las criaturas que estaban delante de él, si decía algo ¿Lo matarían?

- Ustedes dos, salgan de aquí.

Ordeno.

Ambos subordinados miraron a su amo.

- Pero ¡Momonga-sama!, no puedo dejarlo a solas con él.

- En eso tiene razón, se que es un recién llegado pero... No puedo dejarle a solas con él, aún no conocemos todo su poder.

- ¿Están desobedeciendo mi orden?

Ambos tomaron una postura firme.

- ¡No, Momonga-sama!
- ¡No, su Majestad!

Ambos a regañadientes se fueron.

Por un lado vio como la mujer de alas y cuernos paso a lado suyo con esa mirada asesina.

Por otro, el aventurero oscuro se le acercó y le dio un par de golpes en el hombro con un aviso de: No hagas estupideces.

Si bien, no sabía a que iba esto pero tenía que ser cauteloso.

- Ahora que estamos solos podemos hablar con más tranquilidad, me inquieta saber que me llamas Demonio y más aún el que digas qué de donde vienes tú, existen esas cosas.

Espada de hielo y fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora