Cuando Sky es abandonada de niña y criada en orfanatos, nada puede salir peor.
Excepto escapar y convertirte en la esclava de un hombre al que todos le temen.
Sin embargo al querer huir no solo de él, sino ahora de la policía, conocerá a los chico...
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Por la mañana me levanté y decidí estar como si fuese un día "normal". La 'Ndragheta me llamaría cuando quisiese.
Así que tomé mi toalla y salí hacia las duchas que se encontraban a mitad del pasillo. Eran compartidas y no había cortinas, así que cuando me aseaba procuraba que fuese o muy temprano o muy noche, o en una hora en donde no estuviera nadie.
Solo que cuando llegué no estaba solo como creí. Cuando iba entrando escuché gemidos bajos y casi imperceptibles, así que frené en seco, ya me imaginaba lo que estaba pasando allí.
—¿Quién está teniendo sexo ahí? —Una voz habló a mi espalda, me giré con sorpresa y abrí más los ojos cuando vi a la chica de la mafia China, por suerte iba sola.
Traté de estrujarme los sesos para recordar su nombre, sin éxito.
—No... no sé —murmuré y alzó una ceja.
—¿Qué? ¿Me vas a decir que te apena entrar? ¿Qué tan pudorosa eres? —se burló y pasó junto a mí chocando un poco su hombro contra el mío.
—Me parece un momento íntimo —me defendí.
—¿O acaso eres virgen y esto te excita? —cuestionó mordaz y enrojecí de rabia.
Claro que no era virgen, y eso gracias a que me dejé llevar por palabrerías de un chico en el orfanato. Pero eso no venía al caso ahora.
—No hables tonterías —espeté y se cruzó de brazos alzando sus cejas.
Ella se rió muy bajito y caminó hacia las regaderas sin importarle quienes estaban allí.
Yo me mordí el labio con incomodidad pero la seguí.
Casi se me fue la boca al piso cuando formé una "o" de asombro. ¡No-podía-ser-posible! Ahí, mientras el chorro del agua caía, mientras compartían besos y caricias indecentes y se susurraban cosas que no logré a escuchar, estaban María y Alessandra, sí, Alex.
¿¡Qué!? ¿Cómo? ¿Cuándo? Al parecer yo no era la única que se había quedado sin palabras, la chica asiática también se había quedado con la boca abierta antes de soltar una fuerte carcajada.
Eso hizo que las otras dos se apartaran de golpe y nos miraran con algo de sorpresa y temor.
—Esto sí no me lo hubiese esperado nunca —habló mientras se seguía riendo—. ¿Sabes lo qué les hará Luis cuando se entere?
María la miró con terror pero Alex —que ya se había puesto una toalla al rededor— la fulminó.
—Este no es tu asunto Akame —dijo entre dientes.
—Tampoco el de ella y aquí está, las ha mirado también. —Me señaló.
—Sky... Por favor no le digas nada a Luis ¿sí? —me rogó María acercándose a mí todavía desnuda.