Cuando Sky es abandonada de niña y criada en orfanatos, nada puede salir peor.
Excepto escapar y convertirte en la esclava de un hombre al que todos le temen.
Sin embargo al querer huir no solo de él, sino ahora de la policía, conocerá a los chico...
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Raiden observaba los cuerpos de ambos, su expresión era seria y parecía estar resolviendo cosas en su cabeza.
—Lo único que está a tu favor es que Elías no te daría pena de muerte —murmuró—. Ninguno tiene familia y fue en defensa. Ahora, si quieres que te sea honesto... —se calló poniendo una mano en su mentón con aire pensativo.
—¿Qué? —insistí.
—Algunos alumnos te odian. —Me miró—. Y lo harán más con esto, así que informaré a Salazar e intentaré deshacerme de los cuerpos sin que nadie más se entere. No sé lo digas a nadie, ¿me oyes?
Asentí en silencio, no sería capaz de discutir con él en estos momentos.
—Vete a tu habitación, en unas horas deberás estar en clase —ordenó dándome un empujón a la puerta.
—¿No necesitas ayuda? —pregunté y soltó una risotada amarga.
—¿La tuya? No gracias, solo empeorarás todo. —Se agachó junto al cuerpo de Thomas y decidí que debía irme, como él me lo había dicho.
Tuve que ducharme porque tenía algunas manchas de sangre en los brazos y cuando estuve en mi cama, es como si todo el peso de las emociones recayeran sobre mí. Y pude decir que caí rendida.
Todo estaba oscuro y frío, de hecho tuve que abrazarme a mí misma para mantener algo de calor.
No podía ver nada, ni escuchar nada. Era un silencio inquietante y más porque podía sentir que alguien me observaba en las sombras.
—¿Hola? —Entonces un ruido resonó a mis espaldas, me giré—. ¿Quién es? —murmuré con temor. Y después pude mirar, luego deseé no haberlo hecho.
Josh estaba de pie frente a mí, sin ojos y muerto, justo como Thomas lo había dejado.
—Es tu culpa, morí por tu culpa Sky. —Escuché su voz dentro de mi cabeza y negué con lágrimas.
—Yo no lo sabía, pero te vengué —hablé con culpabilidad y una risa macabra y siniestra fue la contestación a eso.
—Yo no tendré venganza hasta que tú dejes de existir... —amenazó acercándose y cerré los ojos con fuerza.
Me levanté agitada y sudorosa. Miré el reloj que estaba a punto de sonar indicando el inicio de clases y solté un suspiro. Que horrible pesadilla, lo peor de todo es que en el fondo sabía que era cierto, yo era causante de varias desgracias.
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