In the rain

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En una noche lluviosa, ambos se encontraban caminando, uno junto al otro, separados a unos cuantos centímetros ya que cada uno portaba un paraguas para poder cubrirse.

El rubio no llevaba sus alas grandes, a diferencia de ello las tenías pequeñas ya que en una batalla tuvo que usar todas sus plumas y debía esperar un día a qué le volvieran a crecer.

Tuvieron que detenerse ya que el semáforo indicaba no cruzar, los autos se habían puesto en marcha para avanzar a donde quiera que tuvieran que ir, mirando la lluvia con melancolía, el menor recordaba muchas cosas, cosas que habían cambiado a lo largo de su vida, pero tenía cierto recuerdo en particular, uno que perduraba en su mente y resonaba fuerte con cada gota cayendo en el suelo.

Tenía enfrente al mayor, la posibilidad de preguntarle lo que había ocurrido ese día, lo recordaba como si hubiese Sido ayer; el pelirrojo le había llamado citandolo a su hogar y una vez allí, le confesó que lo quería y que se sentía mal de no poder estar a su lado como quería, después de eso Enji se desmayó, el ligero olor a alcohol se hizo presente, no quería pensar que había sido solamente un juego o una simple broma.

— Enji-san... ¿Puedo preguntarte algo? — Mencionó el menor mientras teñí su mirada fija en el cielo grisáceo que lloraba cada vez con más intensidad, parecía que en cualquier momento rompería al lanzar un rayo puesto que se notaban en el cielo ligeros colores azules y morados que pintaban aquel gris con ligeros tonos negros, parecía como si las nubes quisieran cobrar vida.

—Dime. — Exclamó el pelirrojo, a diferencia de él, su mirada estaba en la ciudad, esperando que el semáforo les indicara el paso, quería llegar a casa y tomar una buena taza de café.

— Tu... ¿Me quieres? —

El pelirrojo sorprendido ante la pregunta del menor, bajó la mirada para observarlo, este solamente miraba fijamente al cielo, se notaba triste, pero sus ojos no perdían aquel precioso brillo que tanto le gustaba.
Tragó saliva, se había puesto nervioso y realmente no sabía que responder, fue cuando se percató de lo que el rubio se refería, recordó aquel día en que estaba ebrio y de lo que le había dicho al chico.

Suspiró agachando la mirada, seguía sin saber que decirle, él no era de expresar sus emociones tan fácilmente y cuando lo hacía le costaba.

— Entiendo... Si no quieres responder está bien, bueno... Aquí nos separamos, después de todo vivimos en sitios distintos, gracias por dejarme acompañarte. — Mencionó el más joven para después mirarlo con una sonrisa, sin embargo, sus ojos expresaban tristeza, la verdad el no haber recibido respuesta del mayor lo había dejado herido, pero de cierta manera se lo esperaba, después de todo el contrario había estado ebrio y en un momento de debilidad.

El pelirrojo observó la silueta del menor alejándose entre la multitud, sintió una fuerte presión en el pecho que le decía que no debía dejarlo ir, tardó unos minutos en pensar lo que debía hacer, para entonces el semáforo ya indicaba que podía pasar, tenía dos opciones; seguir su camino o ir tras el rubio.
Frunció el ceño y rápidamente fue detrás del chico, le costaba pasar ya que había mucha gente caminando y no quería lastimar a nadie; como pudo se abrió pasó y continúo corriendo.

— ¡Keigo! ¡Espera! — Gritó el mayor esperando que el otro lo escuchara.

En cuanto al rubio se detuvo al escuchar su nombre y miró hacia atrás, fue una increible sorpresa la que se llevó cuando vió al pelirrojo correr hacia él.
Tardó minutos en reaccionar y cuando lo hizo el mayor había dejado caer su paraguas para abrazarlo.

— Mi corazón no te puede olvidar... Aquella mirada de oro me hace soñar... —

— ¿Tú piensas en mi? —

— Siempre lo he hecho... Pero yo... No sé cómo expresarme... No quiero lastimarte... Todo menos eso... —

— ¿Qué soy para ti?... Por favor dime Enji-san... Estoy seguro que sabes lo que yo siento por ti y no quisiera sufrir. —

— Eres la única persona que me entiende y que sigue a mi lado... Te amo... Por favor... Quédate conmigo, no quiero estar en la soledad. —

Al escuchar aquellas palabras, el menor se ruborizó, dejó caer su paraguas al suelo y correspondió el abrazo del mayor, estaba feliz por lo que le había dicho y definitivamente no lo iba a dejar, si el otro quería que se quedara a su lado, estaría dispuesto a hacerlo.

One-shots | BNHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora