39. GRIMMAULD PLACE

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NARRADORA

Los primeros meses del año escolar pasaron, magos y semidioses trabajando codo con codo para estar lo más preparados posibles de cara a la guerra que se les venía encima. Las reuniones en la sala de los menesteres se volvieron diarias, por lo que cada medianoche se veían frente al tapiz del séptimo piso y pasaban las siguientes dos horas poniendo al día a los mestizos en lo referente a los diferentes hechizos que les podrían ser necesarios en un duelo de brujos. Sin embargo, no era sencillo para ellos aprender en unos meses lo que los demás magos habían aprendido en 7 años en una escuela de magia, aunque sin duda no era por falta de ganas. Poco a poco, se volvieron más diestros con la lucha de varitas, aunque estaba claro que algunos preferían su habitual arma de combate más que la magia. Mientras que a algunos, como a Hazel, la cual había estado más en contacto con la magia gracias a su conexión con Hécate, no le era difícil controlar sus nuevos poderes, otras más escépticas como Annabeth o Reyna no acababan de acostumbrarse a que su vida dependiese tan solo de un pequeño trozo de madera. Para Frank, sin embargo, esa era la parte fácil de asimilar. Claro que uno de los mayores problemas que todos compartían era el de aprenderse los nombres de los hechizos. Por mucho que supieran la técnica y los movimientos, el ser disléxicos no ayudaba a la hora de formularlos, aunque eso tampoco les quitaba las ganas de practicar. Los combates entre Clarisse y Percy se habían vuelto típicos de cada sesión, y su gran competitividad entre ellos ayudaba a animar a los otros a batallar entre ellos de la misma forma.

Por otro lado, los semidioses también se volvieron profesores de sus nuevos amigos al ver aparecer un día en la sala una vitrina llena de espadas, dagas y flechas de bronce celestial y oro imperial, junto con un baúl repleto de armaduras de combate tanto griegas como romanas. Se dieron cuenta de que no solo con la magia se ganaría esa guerra, sino que también era necesario que los demás aprendiesen a enfrentarse con los monstruos que tantas pesadillas les habían causado a los mestizos. El problema fue que, a la hora de enseñarles las distintas tácticas de combate, ni siquiera los propios semidioses se ponían de acuerdo entre ellos para luchar. Obviamente, los romanos no utilizaban los mismos movimientos que los griegos, lo que creó conflictos durante las primeras sesiones. Sin embargo, al final Reyna y Annabeth llegaron a un acuerdo: durante dos noches, los magos aprenderían primero unas técnicas al día siguiente las otras, para que pudieran comprobar por ellos mismos con cuales se sentían más cómodos, y así poder enseñar ambas formas de combate. La diversidad les daría ventaja en la lucha contra los monstruos, y haría más eficientes los duelos amistosos entre ellos para practicar. Poco a poco, todos fueron haciéndose a las armas que más cómodas les resultaban. Sin duda, los que más destacaron por su destreza con la espada fueron Ginny y Draco, quien ya había dado clases de esgrima con anterioridad. Harry y Ron, sin embargo, se vieron más cómodos con los combates cuerpo a cuerpo, sobre todo con el uso de las dagas, mientras que Luna demostró tener gran puntería con el arco y las flechas.

Algunas noches, la sala se convertía más en una biblioteca que en el campo de entrenamiento al que los magos estaban acostumbrados, y las paredes se llenaban de estanterías llenas de libros; por un lado, de información sobre hechizos, animales fantásticos e información interesante sobre las guerras mágicas; y, por otro lado, de tomos sobre la mitología griega y romana: sus dioses, titanes, monstruos, leyendas, mitos Esas sesiones, por lo general, solían ser impartidas por las más inteligentes de ambos grupos, Annabeth y Hermione, las cuales les explicaban los datos más importantes que necesitarían sus amigos para desenvolverse en el mundo de los otros.

Así, mientras crecía la destreza de los magos y semidioses en sus nuevos campos, también aumentaba la amistad entre ellos. Los mestizos se encontraban totalmente a gusto en sus casas, se habían abierto a sus nuevos compañeros y se habían encontrado con buenos amigos en el proceso. Además, algunos habían decidido apostar por el quidditch y probar suerte en los equipos de sus respectivas casas. Jason, para sorpresa de nadie, ya que era hijo de Júpiter, se hizo con el manejo del vuelo y de la escoba desde el primer momento, consiguiendo un puesto como cazador de Gryffindor, participando en los partidos codo con codo con Leo, el cual había apostado por el puesto de bateador; claro está que decidió hacerle algunas modificaciones al estilo Hefesto en su escoba, haciendo que una escoba de segunda del colegio fuese incluso más rápida que la Saeta de Fuego de Harry. En otros equipos, debutaban Annabeth como cazadora de Ravenclaw y Clarisse como golpeadora de Slytherin, una combinación muy feroz cuando estas dos casas se enfrentaban en el campo de juego. Por último, Reyna defendía como guardiana los aros de la casa de las águilas, habiéndose convertido el quidditch en su deporte favorito. El más decepcionado con el tema fue Percy, a quien le habría encantado ser parte del equipo, pero que debido a su peligro de muerte cada vez que se alzaba al vuelo gracias a su querido tío había decidido quedarse en tierra y animar a sus amigos magos y semidioses desde las gradas.

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⏰ Última actualización: Sep 26, 2021 ⏰

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