37. DE CENA CON SERPIENTES

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PIPER POV

Hay que admitir que en Hogwarts saben comer bien. Lo que me dio rabia fue que el nudo que tenía en el estómago no me dejara disfrutar bien de la cena. Yo no he sido nunca una persona que le gustara ser el centro de atención, por más que mi madre fuera Afrodita, pero sentada en la mesa de Slytherin con Clarisse y Nico sentía casi todas las miradas de las serpientes sobre nosotros, especialmente la de un rubio platino (bastante guapo, todo hay que decirlo) que no dejaba de cuchichear con sus amigos mirando hacia el extremo de la mesa donde nos habíamos sentado tras la selección. Mis dos acompañantes no parecían darse cuenta de la situación: Nico estaba demasiado ocupado dando vueltas al puré de patatas con albóndigas de su plato, seguramente deseando un Happy Meal; Clarisse por su parte no perdía el tiempo, parecía que no había comido en 1 mes.

Busqué con la mirada a Jason. Estaba sentado de espaldas a mí, junto a Percy, mientras reía con Leo. Harry y Ron hablaban con ellos animadamente, mientras que Hermione conversaba con otras chicas de su casa. En la mesa de los azules, parecía que Annabeth ya había hecho amigos, y hablaba muy animadamente con varios de ellos, mientras que Reyna solo comía silenciosamente mirando la escena, tan reservada como siempre. Los más monos sin duda de la sala eran la parejita de Hufflepuff. Hazel y Frank hablaban felices con varios de sus compañeros, comiendo tranquilamente. Habían encajado a la perfección, eso se notaba.

Fijé la vista en mi plato de nuevo, no sin antes poner los ojos en blanco ante la mirada inquisidora de mis nuevos compañeros de casa. Me di cuenta, sin embargo, de que Clarisse había empezado a hablar con un par de chicas que se habían acercado para conocernos. No es que tuviera muchas ganas de hablar, así que intenté comer un poco más de la sopa que me había servido, pero en vano. Los nervios me daban náuseas más que hambre, y sentía que si tomaba una sola cucharada más acabaría en el baño, si es que lo encontraba en ese castillo tan grande. Hubiera dado cualquier cosa por estar con Jason o con Annabeth o con Hazel. No es que con Clarisse y con Nico me llevase mal, pero tampoco tenía tanta confianza como con los otros, y en ese momento me hubiese venido genial una sonrisa amiga.

-Oye, de verdad que tu pelo me encanta, lo tienes tan liso y desenredado, pero las plumas le dan un toque salvaje – me costó un poco darme cuenta de que eran las mismas chicas que se habían acercado a Clarisse las que me estaban hablando. Era una joven de pelo rubio, muy guapa, pero con una mirada que mostraba que pretendía llegar lejos en la vida – Y tu maquillaje me fascina, parece que tuvieras purpurina por toda la cara de lo que te brilla, y nunca he conseguido que me quede tan bien la sombra de ojos, tendrás que enseñarme – me pidió, mirando a su compañera, que asentía con una sonrisa amigable.

Aunque parecían muy majas, no pude contestarles del desconcierto. ¿Maquillaje? Llevaba sin pintarme desde que había dejado el campamento mestizo. Miré a Nico, quien me respondió asombrado, mientras que Clarisse me analizaba con la mirada y asentía con la cabeza. Miré mis manos, y vi un aura rosa salir de ellas. Dioses mamá, ¿de verdad era necesario? No tenía suficiente con ser la nueva, que me tenía que dar Afrodita su bendición para destacar todavía más. De hecho, los efectos de su regalo no se hicieron esperar, y cada vez notaba más miradas sobre mí, tanto de mi mesa como de otras. Tenía ganas de que me tragara Gaia y no quedarme a dormir con ella apra siempre, pero conseguí mantener la compostura y la naturalidad, y con la mejor sonrisa que pude sacar le respondí a la Slytherin.

-Por supuesto, cuando quieras.

-Que maleducada soy, no me he presentado. Me llamo Daphne Greengrass, y esta es mi hermana pequeña, Astoria. Es un placer conoceros. ¡Bienvenidos a Hogwarts! – exclamó mirándonos a Nico y a mí, mientras que su hermana asentía tímidamente y bajaba la cabeza.

-Muchas gracias, la verdad es que el castillo es precioso – intenté mostrarme más animada, mientras las ganas de matar a mi madre crecían en mi interior. Que suerte que los dioses sean inmortales.

LUCHANDO JUNTOS (PJ Y HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora