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"A veces es necesario escuchar
lo que significamos para otra persona"

—Adrich Zahlin, Ben. Se le solicita inmediatamente en la oficina del director.

El llamado por los altavoces de aquel viejo edificio hizo que me sobresaltara. Me levanté de la silla, siendo observado por todos, que con una mirada de advertencia se centraron en sus asuntos.

Caminé por los grises pasillos observando mis pies adornados por deportes negros. Los largos pantalones blancos del uniforme, estaban arrastrándose a cada perezoso paso que daba.

El ambiente grisáceo era deprimente. Pensé y pensé. Si quieren que no tengamos una actitud aburrida, no deberían poner el color de las paredes de uno tan oscuro. Si fuera más colorido, los más pequeños no estuvieran tristes, sino más felices.

Al tocar la puerta, me respondió una voz grave con un "adelante". Temiendo lo peor —ya que cuando me llamaban era por algo que hice y ni siquiera me acordaba—, entré. Me encontré con una sonrisa del director, y dirigí mis ojos a las sillas delante del escritorio, las cuales estaban ocupadas.

Un hombre y una mujer, sentados en su silla rectamente, me daban la espalda. El señor Henry —el director—, al ver mi mueca de confusión, habló.

—Ben, ellos son el señor y la señora Mcfly —lo siguiente que dijo, me dejó totalmente desconcentrado—. Ellos te adoptarán.

___

Suspiré pesadamente mirando por la ventanilla como me alejaba del internado para jóvenes sin familia. Que lo tuviera que llamar así me hastiaba, ya que aunque no tuviera familia de sangre, allí habitaban amigos que con el paso del tiempo se convirtieron en hermanos.

Para hacer el silencio menos incómodo, decidí preguntar.

—¿Donde viviré?

La señora Mcfly, con un tono serio, me contestó:

—En Surmant. Allí vivirás a partir de ahora. Pero, ten cuidado con quién interactúas. Las personas de ese pueblo son como caninos. Tan solo basta que otra persona le ofrezca comida, para que se acerque a ella más que a tí.

Ojalá hubiese tomado ese consejo, y me lo hubiese tatuado en la frente, para que no se me olvidase.

Lastimosamente no lo tomé enserio, lo que tuvo consecuencias.

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Lunes.

Hoy empezaba en mi nuevo instituto. En la semana que llevaba en Surmant, no había salido de la casa. Y raramente salía de la habitación que habían decorado de color azul y un tono gris claro, solo para comer.

Al Sr y la Sra Mcfly, no le importaba nada, ya que apenas estaban en la casa. Trabajan día a día y había veces que no llegaban en toda la noche.

Yo me sentía raro al haber dejado todas las amistades en aquel internado, y haber tenido que irme. No me sentía raro, sentía impotencia. Porque, a pesar de tener dieciocho años, estaba bajo la custodia de mi tío o bueno, como el se hacía llamar, porque alguien como el no merece tal puesto. Cayó muy bajo al dar mi custodia a un par de desconocidos, como si fueran amigos cercanos.

Suspiré y recogí la mochila del suelo, donde había estado tirada desde que me la trajeron. Está rellena con unos libros, varias libretas y una pluma para escribir.

Bajé las largas escaleras que llevaban al recibidor. Lo que me gustaban de ellas era que, no llevaban a un lugar donde estaban los Mcfly, por lo que directamente salí y puse en el GPS el lugar al que quería —más bien debía— ir.

Doblé la calle a la derecha, para a los minutos caminando, hacer el mismo movimiento que anteriormente había ejercitado. Entre calles y vueltas, llegué al destino.

Montones de adolescentes hormonales se encontraban charlando animadamente. Algunos voltearon a verme, gesto que les costó prestarme atención. A cada paso que daba, decidido y con seguridad, me iba acercando a la puerta.

Iba a entrar cuando ví que en un grupo de chicos, uno de ellos me hacía un gesto para que me uniera a ellos. Me señalé intentando preguntar que si era a mí y el, asintió. Con el ceño levemente fruncido, me acerqué. Pero cuando estaba a unos pasos, una persona me adelantó y le dió la mano amistosamente la tipo que supuestamente me llamaba, mientras que otras personas estallaban en risa ante su patética broma. Apreté la mandíbula y cuando iba a marcharme, un diminuto cuerpo llegó furioso hasta el grupo.

Se cruzó de brazos dándome la espalda, y regañó a cada uno de ellos.

—¡¿Qué os parece tan gracioso? Os he dicho millones de veces que no hagáis eso. Me pone enferma! ¿Por qué no te entretienes jugando a los cochecitos y dejas de molestar? Seguro que con lo infantil que eres se te da bien.

Espetó aquellas palabras con tanto veneno, que pensé que se quedaría petrificado. Aunque al contrario de mis pensamientos, el chico que anteriormente me había "llamado", solo rodó los ojos.

—Deja de hacer el numerito, solo nos estamos divirtiendo por un momento, Claire.

Claire, aún furiosa, se limitó a sacarle el dedo corazón, y a decirle;

—Jódete, Kevin.

Se dió la vuelta y aprecié sus marcados pómulos y su pálida cara.

Me agarró del brazo y comenzó a alejarme del grupo. Cuando estuvimos lo suficientemente alejados, suspiró frustadamente.

—Ni se te ocurra acercarte a ellos. Son personas malas, chico.

—¿Y qué tal si no me apetece? —no podía obedecer a una desconocida.

—No te pongas a la defensiva conmigo y hazlo con ellos. Hazme caso y escúchame, aunque sea la última vez que lo hagas.

No pensaba que eso iba a ser tan real. Se marchó y me dejó allí, solo.

Dos semanas después, la encontraron muerta.

¿Causa? Desconocida.

Así fue como Surmant me recibió, con una muerte de causa desconocida.

¿? (Dudas aquí)

Holaa! Este capítulo no lo considero como tal, sino que lo considero como la sinopsis de la historia o para que vayáis conociendo la vida de Ben.

CULPABLE [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora