CULPABLE [#1]

03

"Cuando descubrí que el amor no dolía, descubrí el significado del amor."

¿Cómo sabes si una persona es solo una farsa? Bueno, eso realmente no se sabe. Pero con el tiempo, las dudas se resuelven, dejando hechas cenizas esas dudas. No sabes quién es verdadero y quien falso. Porque pueden mostrarte un lado tan real, que no te imaginas quien verdaderamente es.

Y tampoco sabes por lo que pasan algunos seres inocentes, hasta que lo vives. A mis cortos 11 años de edad, ví a mis padres morir. Aún recuerdo todo como si fuera ayer. Y yo, tuve la culpa.

Fui el culpable de todo.

No sabes cómo se siente tener depresión, hasta que sufres de ella. No sabes que es ser violado/a, hasta que te violan. No sabes que es sufrir una paliza, hasta que la sufres.

No sabes que es ver morir a tus seres queridos, hasta que lo ves. Lo ves, y vives cada segundo de tu vida recordando sus pálidas caras, sus labios morados, y su corazón dejando de latir.

Y duele, porque cualquier ser humano llega a sentir dolor. Física y mentalmente.

Por estas fechas, mi estado decae. No siento ganas de nada, y acudo a lo único que me relaja. Fumar.

Solté el humo por la boca e inhalé por la nariz mirando a cada persona que pasaba. Estaba sentado en la cera, al lado del colegio para entrar cuando fuera la hora. Todos pasaban, reían y estaban felices, cosa que para mí era casi imposible.

Nadie se daba cuenta de que estaba mal, ni siquiera yo lo hacía. Dejaba todo el dolor en el fondo, muy en el fondo de mí. Para no demostrar nada, no ser vulnerable.

En la cera de enfrente, pasaba una pareja de ancianos dados de la mano. Se veían tan felices.

Me pregunté sí, si mis padres estuvieran vivos, se verían así. Era muy probable que sí, ya que ellos se amaban tanto a pesar de sus indiferencias.

¿Yo algún día renunciaré a mi vida por otra persona? Mi padre lo hizo. Intentó salvar a mi madre, derrumbándose con ella sin darse cuenta. Había que amar a una persona con todo de tí para dar la vida por ella.

Pero ese amor ya no existía. El amor ya no existía para mí.

Me era tan doloroso recordar momentos tristes, que no recordaba. No podía recordar todo lo que sufrí, pero más sufrieron ellos.

Alguien se sentó a mi lado, privándome de la soledad. Sonreí al oler a jazmín y canela, ese perfume tan especial. Ella era tan especial.

La miré por el rabillo, y en un rápido momento, escaneé sus delicadas fracciones. Estaba tiritando aunque deseaba ocultarlo, con la mirada puesta en la nada.

No sabía que hacía aquí, pero no me importaba. Prefería aquello a la oscuridad.

—Mi padre.

Eso que dijo, me dejó desconcentrado. No sabía si era que estaba demente, o si se le había congelado el cerebro.

La miré confundido, a lo que ella suspiró.

—Hace cuatro años, mi madre nos abandonó. Desde entonces, mi padre sale todas las noches y llega a las seis de la mañana, totalmente ebrio —suspiró de nuevo, intentando no quebrarse, a la vez que yo intentaba unir lazos—. Al principio solo llegaba borracho, pero desde hace tres años, no solo bebe. Fuma... ya sabes de qué.

»Un día estaba acostada, esperando intranquila a que llegara —se quebró y pausó, intentando recuperarse—, cuando él llegó, me confundió con mi madre. Me hizo cosas horribles y desde entonces, hace lo mismo cada día...