10

8 2 10
                                    

"Todo es difícil antes de ser fácil."

Martha.

Una luz fue lo que vi cuando desperté. Intenté enfocar bien mi vista para saber el lugar en donde me encontraba, pero me llevó varios minutos. Aunque, el olor a lejía y otros tipos de desinfectantes, me daba una pista.

Cuando al fin pude acostumbrarme a la luz, observé mi alrededor.

Me encontraba en una camilla, a sus lados, habían dos sillones, y, la habitación, era tan blanca como la nieve. Tenía una vía conectada a mi mano izquierda, la cual permitía que un líquido transparente entrase a mis venas. Suero.

La única persona que había en la habitación era yo. Me encontraba desubicada. Muy perdida. Me incorporé y un ligero mareo me invadió, pero, me se pasó enseguida. Desconecté la jeringa de mi mano y caminé hacia la puerta. Cuando la abrí, miré hacia ambos lados. Todo vacío. Me apoyé en la pared y caminé, dificultosamente, pero lo hize.

Una puerta con una ventana circular me impedía el paso, así que la abrí. Aunque me esperaba no ver a nadie, me encontré con unos policías alrededor de alguien. Todos, al oir la puerta abrirse, giraron hacia mí.

Aunque, lo que más me sorprendió fue verlo ahí, siendo esposado por los policías.

Lágrimas cayeron de mis ojos, y, no por tristeza, sino por paz. Por fin estaría en paz.

Habían detenido a mi padre.

Otra persona apareció detras de ellos con un vaso en la mano, el cual al verme, dejó caer para venir corriendo a abrazarme. Y yo, obviamente lo acepté. Sabía que esto había sido cosa suya, era el único que sabía de eso.

-Gracias Ben, yo-yo no m-me atrevía a denunciarlo. Le temía. -dije sollozando.

Acarició mi cabeza para que me calmase y le abracé aún más fuerte.

-Shh, ya no te hará más daño, pelinegra.

Poco a poco me fui calmando y el pareció darse cuenta de algo.

-Oye, ¿qué haces aquí? ¿Acaso te han dado el alta?

-No, solo que al despertarme tan desubicada y sola pues pensé que sería buena idea buscar a alguien.

Me agarró de la mano y me llevó de nuevo a la habitación en la que me encontraba anteriormente. Me tumbé y el pulsó un botón de un mando que se encontraba encima de una mesita, para llamar a la enfermera.

-¿Qué ha pasado?

-No te acuerdas, ¿verdad? -negué- Bueno, pues, te lleve a aquel lugar porque tuve la idea de pintar los muros con pintura de spray. Pero, cuando entré al tunel para asustarte, no pensé que te asustarías tanto, la verdad.

Hizo una mueca. Y, los recuerdos vinieron a mí.

-Pero...

-¿Pero qué? -indagó ante mi silencio.

-Yo... yo vi algo, Ben.

Su ceño se frunció.

-¿Qué viste, Martha?

-Vi a alguien. Alguien me golpeó.

Dos semanas después...

El golpe que había en mi cabeza ya ni se apreciaba, ni dolía. Me vestí con lo primero que pillé y bajé las escaleras. Salí a la entrada, esperando a Eli.

Ella se había convertido en una buena amiga, y estos días había estado conmigo, ayudándome y trayéndome los apuntes de clase.

Ese día me recogería para llevarme al psicólogo. Si, al psicólogo, porque, según el médico, nadie me golpeó, fueron imaginaciones mías. Y, para dar más credibilidad a sus palabras, Ben afirmó no haber visto a nadie. Por lo que, puede que sí, fuesen imaginaciones y ya.

CULPABLE [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora