Desde ese día intenté con toda mi fuerza de voluntad apartarme de ella, incluso creo que ella inconscientemente lo hacia también.
Pedí, pedí por favor que me pusieran otra prueba, no esta. Cualquier otra, ya me encontraba débil, yo mismo sabía que era cuestión de tiempo. Que si volvía a verla caería, porque sabía que la deseaba, sabía que ese día mi cabeza solo pensaba en besarla. Sabía que todos mis estudios y mi vocación en ese momento habían quedado atrás y no quería eso. Yo no lo quería. Intenté evitarlo.
Ambos lo evitabamos, pero aun asi ella volvió. Primeramente volvió a misa, esporadicamente como lo hacía ella y después otra mañana la encontré sola, sentada como aquella vez en la primera fila con la vista perdida.
Esa vez hablamos de nuestras vidas privadas, ella me conto porque se hizo médica y yo le conté como senti mi vocación para ser sacerdote.
Estábamos avanzando sin quererlo, formábamos un vínculo sin siquiera proponernoslo.
Tal vez en ese momento parecía inofensivo, parecía algo inocente pero cuando lo reflexionaba por la noche me sentía otra vez entregado... a ella. Le hablé de mi vida, ella me habló de la suya y las cosas se me estaban yendo de las manos.Y sin darnos cuenta la situación se repitió, ella venía de vez en cuando y nos quedábamos hablando todo el tiempo posible hasta que se iba, cada vez tenia más ganas de verla y no sabía como hacerlo, además también quería alejarme claro. Todo estaba confuso pero no ese día, no el día en el que comenzó verdaderamente todo.
Era la primera vez que me la encontraba en otro lugar que no sea el hospital o la iglesia. Fue un encuentro demasiado común de hecho, nos encontramos en el supermercado que había a dos cuadras de mi casa.
Ella se reía porque decía que nunca compraba en ese supermercado pero no encontraba el café que le gustaba en el mercado de siempre.
No se que sucedió, pero terminamos caminando rumbo a mi casa porque yo la había invitado.
Ahora creo que no pensaba con claridad porque era el deseo el que me decía que hacer, yo solamente podía ver sus largas piernas expuestas por primera vez ante mis ojos ya que llevaba una falda de jean. No era corta, le quedaba hermosa junto con ese top que dejaba sus hombros expuestos.Ella halago mi casa, me pregunto por mi día, yo le pregunte por el suyo. Hablamos por horas, ni siquiera nos habíamos dado cuenta que ya empezaba a anochecer.
— Creo que ya me tengo que ir— me dijo con una pequeña sonrisa.
— Si, gracias por la visita— le dije sonriendo y ella rio.
— Si no recuerdo mal, fue usted quien me invito— dijo ella divertida haciéndome reír y a la vez ponerme nervioso.
— Bueno supongo que tienes razon— admiti.
— No me quejo— dijo sacándome otra sonrisa.
— Bien, entonces te acompaño— le dije poniendonos así ambos de pie. Ella tomó las cosas que había comprado en el mercado y se encaminó a la puerta conmigo detrás.
De verdad no se que paso en ese momento, no se que sucedió en el momento en el que ella se giro con su dulce sonrisa para despedirse. No se que me paso.
Yo abrí la puerta, solo un poco. Ella se giro para despedirse y yo... me dejé ir.
Mi mano en un movimiento demasiado rápido, casi como un reflejo fue a su nuca atrayendola hacia a mi. Mis labios impactaron con los de ella en un desaforado beso. Mis labios la buscaban con hambre, con un hambre insaciable. Y cuando empecé no pude parar, cuando sentí que ella me correspondio no pude ni quise parar. La mano que tenia disponible cerró con fuerza la puerta y Aurora terminó contra la misma.
Sus manos habían soltado las bolsas de la compra, y ahora tironeaban de las hembras de mi cabello. Me estaba deshaciendo en deseo, mi ereccion fue casi inmediata. Mi lengua buscaba la suya con desesperación, ella era mi oasis.
Mis manos funcionaban solas, y por eso recorrieron cada centímetro de su cuerpo que estaba a mi alcance. Me volví loco en cuanto la escuche gemir, podría jurar que me vendría en cualquier momento. Pero fue el momento en el que dijo mi nombre en el que me entregué.
— Nicolas— gimió ella mientras yo besaba su cuello y sus hombros expuestos.
— Aurora— jadee, estaba desesperado pero fue ella la que se separo unos segundos. Su frente contra la mía, aún con sus ojos cerrados.
— Nicolas— me llamo haciendo que mis ojos contacten con los de ella. Los dos sabíamos que estaba mal, estaba muy mal para ambos. Vi la culpa de ella reflejada en mi y vi la mía en sus ojos. Pero era más fuerte el fuego del deseo, de lo prohibido, y era más fuerte en ese momento el amor.
Igualmente no hizo falta decir más, ambos sabiamos que habíamos cruzado una línea y no podíamos volver. Pero ella se fue, después de ese momento se fue y yo me metí en la ducha con agua fría para bajar todo el deseo que sentía por ella y para poder pensar mejor en lo que había hecho.
Porque había bajado mi guardia, porque vi mi fe debilitarse enfrente de ella y su hermosa personalidad.
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𝐃 𝐔 𝐀 𝐋 𝐈 𝐃 𝐀 𝐃
Short Story¿𝙰𝚕𝚐𝚞𝚒𝚎𝚗 𝚜𝚊𝚋𝚎 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚊𝚗𝚝𝚘 𝚍𝚞𝚎𝚕𝚎 𝚜𝚎𝚗𝚝𝚒𝚛 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚛𝚊𝚒𝚌𝚒𝚘𝚗𝚊𝚜 𝚊 𝚕𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚖𝚊𝚜 𝚊𝚖𝚊𝚜? ¿𝙰𝚕𝚐𝚞𝚒𝚎𝚗 𝚎𝚗𝚝𝚒𝚎𝚗𝚍𝚎 𝚕𝚘 𝚖𝚞𝚌𝚑𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚞𝚗𝚘 𝚕𝚞𝚌𝚑𝚊 𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛𝚊 𝚜𝚞𝚜 𝚙𝚛𝚘𝚙𝚒𝚘𝚜 𝚍𝚎𝚜𝚎𝚘𝚜...