Capítulo 6

8 2 0
                                    

Silencio.

Me acomodé frente al micrófono y lo ajusté a mi altura. Noté miradas curiosas por todas partes.

De algún modo tenía suerte de que ese tipo de atención nunca me ponía nerviosa. Después de todo, había aprendido a mantener la compostura de mi madre.

Buenas noches, damas y caballeros. Soy Liv, es un placer compartir con ustedes esta velada especial. —Incliné la cabeza en dirección a la pareja. —Felicitaciones a los recién casados, espero que disfruten de este número que he preparado para ustedes. —Les devolví la sonrisa que me regalaron y giré hacia donde se encontraba Caden. Asentí con la cabeza una sola vez y él me devolvió el gesto, presionando el dispositivo en su oído y hablando a través de él.

Cerré los ojos por unos momentos, dejando que el comienzo de la melodía me llenara los oídos, me encanta esta canción.

Dejé salir una ligera bocanada de aire.

Share my life
Take me for what I am
'Cause I'll never change
All my colors for you

Abrí los ojos, dejándome llevar por cada palabra.

Sólo somos dos. La música y yo, como siempre.

Déjalo fluir, Liv.


Sonreí tan pronto como escuché los aplausos. La canción había terminado. Les di las gracias y dejé el escenario, bajando las escaleras hacia la privacidad de la carpa.

—Vaya, Liv. —Caden dijo, acercándose. —Tienes una voz preciosa. —Me sonrió.

—Gracias. —Le devolví la sonrisa.

—Tú no vienes a jugar, querida. —Me comentó una chica de unos veinte años, sonriendo desde una silla; el mismo dispositivo de Caden adornando su oído.

—Gracias —le sonreí también.

—Bueno, si quedé asombrado desde que te vi, imagínatelo ahora después del espectáculo que acabas de dar. —Caden sonrió de medio lado.

Oliver también hace eso.

Oh.. Gracias, de nuevo. —Dije distraídamente.

—Debo seguir ocupándome de todo, así que no te retendré más; la señora Caruso me pidió que te recordara que puedes quedarte todo el tiempo que quieras y pedir lo que desees. Cuando sea tiempo de irte, me buscas para que te dé el cheque.

—Está bien, te veré pronto, entonces. —Me reí y rocé su hombro mientras pasaba y desaparecía en la fiesta. Miré a mi alrededor con menos prisa, sonriéndole a las personas que me reconocían y asintiendo con la cabeza. Demasiados invitados.

¿Gusta una copa, señorita? —Preguntó un camarero acercándose. Le tomé la palabra, eligiendo una bebida rosa de la bandeja y agradeciéndole antes de empezar a buscar una salida. Necesito aire fresco.

Mis ojos se fijaron rápidamente en la ventana entreabierta que se encontraba sola en la esquina y me apresuré en su dirección, pasando a hurtadillas por el salón. La abrí un poco más y un ruido muy extraño escapó de mis labios cuando vislumbré el balcón.

La ciudad se ve hermosa desde aquí. Me acerqué a la tumbona y dejé mi copa en la mesa antes de caminar al borde del balcón, admirando la vista.

Woah. Es tan hermoso.
¿Por qué no hay nadie aquí?

Porque la gente no está tan loca como tú y prefiere resguardarse del frío otoñal.

Querido Valentine: Donde viven las historias. Descúbrelo ahora