—¿Por qué debo tener los ojos vendados? —Le pregunté, nerviosa.
—No te dejaré ver nada hasta que lleguemos porque quiero sorprenderte. —Él respondió.
Dios mío.
¿Es un asesino en serie?
¿Me va a mostrar su espeluznante colección de cuerpos?El pausado silencio del auto se llenó con su risa. —Liv, cálmate. Te prometo que te encantará.
—Mhm, claro.
Colors de Halsey está sonando en el estéreo.
Al menos me dejó reproducir algo de música antes de cegarme.—Okay, mientras conducimos hasta allí, ¿por qué no me haces preguntas? Responderé todo.
Enarqué las cejas, divertida. —¿Todo? ¿Estás seguro?
—Por supuesto. —Me dijo, y no podía verlo pero sabía que estaba sonriendo.
—Está bien.. —Mordí mi labio inferior y tomé mi collar entre mis dedos, pensando.
Falling de Chase Atlantic comenzó a sonar desde mi lista de reproducción.
—¿Tienes algún otro nombre además de Oliver? —Le pregunté, genuinamente curiosa.
Deberíamos poder elegir cuando se trata de esto, dos nombres son mejores que uno.
¿Y si terminas odiándolo?
—Mhm, sí. Nolan.
—Oliver Nolan.. —Dije, probándolo en mi voz. —Lindo. —sonreí.
—¿Lindo? —Sé que me está mirando.
—Ojos en la carretera, Nolan. —bromeé. Él rió.
—Sí, señora. Continúa.
—Mm. ¿Te gusta leer?
Por supuesto que preguntaría eso. Es crucial.
—Sí, me gusta. Pero me gustan más los libros como Las aventuras de Sherlock Holmes y todo eso.
—Todo un detective, entonces.
Dudé por un momento, pero seguí lanzando preguntas de todos modos. —¿Cuántos años tienes?
—Tengo 23. Bueno, casi. Mi cumpleaños es en unos días.
Lo sabía. Sabía que era mayor.
—¿Cuántos años tienes? —Preguntó.
—Tengo 20. ¿Cuándo es tu cumpleaños?
—El próximo miércoles. Ya estamos aquí.
—Genial. ¿Puedo quitarme la venda de los ojos ya?
—Por supuesto, la reemplazaré con mi mano una vez que estemos dentro.
Fruncí el ceño y me la quité, mirándolo. —¿Por qué?
Él sólo sonrió y abrió la puerta, saliendo del auto y corriendo a mi lado para abrir la mía. Colgué la correa de mi bolso en mi hombro y tomé la mano que me ofreció para levantarme.
El viento me cepilló el cabello e hice una mueca, envolviendo mis brazos alrededor de mí.
Genial.
No traje suéter.Oliver rió y se quitó la chaqueta. —Ten.
Llevo vestido, pero él no tiene nada encima más que una playera negra.
—Te congelarás.
—Puedes abrazarme si eso sucede. De todas formas, no te preocupes por eso ahora. Estaremos adentro.
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Querido Valentine:
RomansaAlguien me dijo una vez que al final todos somos historias. Entonces, cuando la historia va por un callejón sin salida y no puedes decidir la curva que quieres tomar para sobrevivir antes de chocar, incluso cuando sabes que la perspectiva está en ju...