Capítulo 7

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Me separé de Oliver, prestando atención a Caden. —Si?

—¿Y quién eres? —interrumpió Oliver, enarcando las cejas.

—Eh..

—Está hablando conmigo. —fulminé con la mirada a mi particular acompañante y me acerqué a Caden. Escuché a Oliver reír.

—Sólo he venido a darte esto. —Me entregó el cheque y, después de unos momentos de vacilación, también un papel doblado. Fruncí un poco el ceño. —Quizás te vuelva a ver. —Sonrió antes de mirar por encima de mi cabeza y dejarnos solos.

—¿Quizás te vuelva a ver? —Preguntó Oliver. Giré sobre mis pies para verlo, enarcando una ceja.

—¿Celoso?

—Tal vez.

Su respuesta me hizo reír y negué con la cabeza, sonriendo ampliamente. Él rió conmigo.

Dios, es tan alto.

Dejé escapar un suspiro y miré mis pies, curvándolos. —Lo haré. Lo pensaré.

No dice nada por un momento.

—Okay. Entonces... ¿Puedo usar tu número? —sonrió como un niño pequeño.

—No he dicho que sí.

—Aún.

Rodé los ojos, divertida. —Eres un bebé.

—Un bebé, ¿huh? —Se acercó a mí, la clara diferencia de altura haciendo que mi cabeza se echara para atrás para poder verlo, y di un pequeño salto en mi lugar cuando cerró por completo la distancia entre nosotros para susurrarme al oído. —Ya veremos si sigues diciendo eso después. —Me estremecí y su risa llenó mis oídos, claramente encantado con mi reacción.

No me gusta este juego si no soy quien lleva la ventaja.

—Creo que debería irme. —Le sonreí, disfrutando la situación a pesar de todo.

—Puedo llevarte a casa.

—Gracias, pero estoy bien así. Paso a paso. Pasos pequeños, ¿no crees?

—No.

—Bueno, yo sí, así que no hay otra manera. —Me aparté de él, dirigiéndome a la mesa para tomar mis tacones y apoyándome en ella, intentando mantener el equilibrio mientras los ponía en su lugar legítimo de nuevo. —Quizás te vuelva a ver. —Le solté, usando las mismas palabras de Caden hace un rato mientras una sonrisa se formaba en mis labios.

Entrecerró los ojos y tuve que reprimir una risa.

—Muy divertido.

—Disfruta el resto de tu noche, Oliver. —Me acerqué de nuevo para darle un beso rápido en la mejilla antes de forzar a mis pies a dirigirse hacia la entrada al salón, pero sin llegar lo suficientemente lejos antes de escucharlo decir que él hubiera preferido otro tipo de beso.


El viaje de regreso a casa fue más rápido de lo que esperaba, y al llegar al departamento dejé el vestido hecho un desastre en el piso de mi habitación. Me quité el maquillaje y cepillé mis dientes, luchando contra la pesadez de mis ojos.

Ugh.
Dormir dormir dormir.

Me metí a la cama perezosamente, tomando mi antifaz para dormir y poniéndomelo. El sueño finalmente me tomaba cuando el celular vibró con una notificación. Estiré la mano y palpé la mesita de noche, encontrando el dispositivo y levantando mi antifaz un poco para leer.

Querido Valentine: Donde viven las historias. Descúbrelo ahora