Capítulo 40

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Desperté con la sorpresa de que Lando ya no estaba, supuse que habría salido a correr o algo por el estilo, pero en eso la puerta del baño se abrió el él salió con la toalla enrollada a su cadera y por lo inflamados que estaban sus músculos era obvio que había estado en el gimnasio.

-Veo que ya despertaste. -Se acerco a mi para dejarme un beso en la frente.

-Si, y veo que ya descubriste donde está en gimnasio. -Le respondí.

-Si, tu hermano pasó hoy en la mañana, me dijo que si quería ir con él y acepté. -Me explicó.

-Es una pena que no tengo luna de miel. -Mi hermano es muy clavado con su empresa y con el deporte, por ello dijo que no tendrían luna de miel, pero que esos días estarían el Londres, luego regresarán a Mónaco.

-Si, creo que Annie dejará de ser tu psiquiatra. -Annie es la dueña del hospital donde soy paciente y ella es mi psiquiatra, por ello mi hermano y ella se conocieron.

-Lo increíble de su historia es que durante los 3 años de noviazgo de ellos dos, Ann vivían en Londres y Mariano en Mónaco. -Le expliqué con cierto entusiasmo.

-Esa es una prueba mas de que esos dos son inseparables. -Dijo mientras buscaba su ropa en el armario.

-¿Mañana tienes que estar en México? -Le pregunté.

-Si, pero vamos a tener que viajar en la noche para llegar en la tarde allá. -Supongo que él ya está acostumbrado a los cambios de horario tan repentino.

-Bueno, entonces ¿Te puedo acompañar? -Me paré de la cama para abrasarlo por la espalda.

-Claro que puedes, además, creo que Annie viajará con Mariano. -Y en ese momento se me ocurrió una idea.

-Tal vez podamos viajar con ellos, si no me equivocó ahora tengo un jet en el aeropuerto de Londres. -Sí damas y caballeros, me compre un jet sin pensar en que cuando tome posesión de la empresa un jet venía incluido.

-Tendré el placer de subirme al jet privado de la mujer mas poderosa de toda Europa. -Fingió sorpresa y se dio la vuelta para ver la cara. -Si sigues así nunca podré terminar de cambiarme. -Y lo solté ¿Qué esperaban?¿Una escena candente? Pues no, yo soy un pan de dios.

-Ya te dejo. -Dije levantando mis manos en forma de rendición.

-Pensé que no lo harías. -Me miro sorprendido.

-Pues ya ves que si, no soy tan ansiosa como crees. -Le dije con una sonrisa pícara. -Me tengo que ir.

-¿A dónde? 

-A algún lugar donde mi orgullo y dignidad no se vean en riesgo. -Le expliqué.

-¿Al salón de música? -Vamos él me conoce sabe muy bien que me encanta tocar el piano.

-Sip. -Y salí de la habitación para dirigirme a los salones y de ahí cruzar la sala principal para llegar al salón de instrumentos.


Y ahí estoy yo tocando los acordes de una de mis melodías favoritas. Experience de Ludovico Einaudi. Debo reconocer que es una un poco triste, pero es una forma de desahogarme.

Estaba en el compás 11 cuando una de mis manos se acalambra.

-Mierda. -Susurro, pero alguien a mis espaldas lo escucha.

-Y dices que eres un pan de dios ¿Te ayudo? -Alexander aparece siempre en los momentos indicados.

-Ya entendí, no necesitas reclamármelo. -Le alzo la mano para que la sobe.

-Cuando recién comenzaba mi carrera tenía este tipo de dolores, por lo general cuando viajábamos a algún país como Rusia o Francia, son lugares muy fríos. -Me explicó y siguió sobando mi mano.

Hubo un silencio.

-¿Recuerdas cuando tocábamos esta melodía en el piado de la cabaña? -Mi madre fue concertista de piano y esta era su melodía favorita, ella quiso a Alexander y a Alan como si fueran sus hijos.

-Si, Juliette siempre fue muy buena con nosotros. Cuando ustedes se fueron la casa volvía a ser la misma, fría, sola y sombría. -Me confesó.

-Y yo los extrañé demasiado en todo ese tiempo. -No pude evitar que una lágrima se derramara por mi mejilla.

-Lo importante es que ya estas aquí. Ahora ¿Quieres ayuda con los acompañamientos? -Él mas que nadie en este mundo sabía que los acompañamientos de esta melodía se me dificultaban mucho. Solo asentí y comenzamos a tocar.

Cada tecla.

Cada nota.

Cada compás.

Cada sonido.

Esa era la melodía de mi infancia.

Y ahí, justo a mi lado, mi hermano, todo era perfecto, los concentrados en la melodía, disfrutando de cada sonido emitido por el toque de las teclas blancas y negras.

Por un momento el mundo se detuvo y solo disfrutamos de los recuerdos de nuestra infancia y adolescente.

Y las corcheas del pentagrama se acabaron.

La melodía termino.

Y unos aplausos a nuestras espadas hicieron que nos sobresaltáramos de nuestro pequeño banco y como toda buena dramática pegué un gritito por el susto.

-¡¡AAAAH!! -Mariano salto de su lugar por el otro susto que le di por mi grito.

-Tenía mucho tiempo que no los veía tocar de esa manera. -Alan se nos acerco.

-Ni yo. -Mi padre intervino.

-Debo reconocer que en el tiempo que llevo con Alexander nunca me dijo que podía tocar el piano. -Annie se acerco para abrasar a Alexander.

Todos estaban ahí; Gian, Adonnis, Lando y por desgracia Amara, y la muy descarada miraba a Lando con unos ojos de... de... ay no sé de que, pero sea lo que sea no era nada bueno. Hasta que Lando de acerco a mi para abrasarme.

-¿Tienen hambre? -Adonnis como todo buen tragón no pasó desapercibido.

-¡¡MUCHA!! -Lando, mi padre, Alan, Alexander e incluso Gian le siguieron a mi hermano mayor, provocando que las tres chicas soltáramos una risa.

-Pues vamos al comedor. -Lando se adelantó jalándome con él.

Tú & Yo por el mundo || Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora