Lucas estaba reconsiderando volver a casa solo, Jazz no había desaparecido aún y al parecer no pretendía hacerlo pronto, seguía ahí. Recorrió la casa de acogida, observó a los niños, se sentó junto a Imelda, a Lucas le parecía una inquietante combinación entre lo que pudiese llegar a ser tierno y tenebroso, nadie la viera sonreír mientras pensaba que allí había vivido los once primeros años de su vida, aunque no lo recordaba completamente porque aseguraba que lo único que la acompañaba era el alma, ahora sus recuerdos estaban reducidos a lo que Imelda había dicho en el salón... luego intentó comer un bombón de chocolate, pero al parecer no lograba siquiera cogerlos. Se quedó sentado en el salón mientras Olimpia le ayudaba a Imelda en la cocina, quien iba de un sitio a otro para que todos los niños estuvieran limpios y cumpliendo sus diferentes tareas.
—Jenny, hoy es la visita de tus nuevos papás -dijo Imelda desde la cocina a una niña de unos ocho años que hacía piruetas en una desvencijada silla de ruedas- Angélica también debe ponerse linda, recuerden que comparten habitación, sería una pena que los señores vieran a una niña despeinada y mal vestida junto a su nueva hija.
—Pero si a mí no me van a adoptar -dijo una pequeña de ojos azules y facciones angulares- ¿acaso no se sentirán felices de que su hija sea la bañada y limpia y no yo? finalizó Angélica desde el séptimo escalón de la escalera que llevaba al piso superior.
—Apuesto a que se quedan contigo, Imelda no les ha dicho que estoy atrapada en este vejestorio -Jenny señaló las ruedas de la silla y Angélica la llevó hasta una habitación contigua al salón, murmurando palabras de ánimo en su oído.
Después de una hora -se supone debían estar saliendo del colegio-, Imelda sirvió el almuerzo en un largo comedor que ocupaba una habitación alargada. Algunas de las sillas tenían un par de cojines altos sobre ellas, cuando los niños comenzaron a llegar comprendió esa pequeña estrategia de comodidad. La mayoría quedaban con la nariz pegada a la mesa, pero también había mayores: dos chicos de unos doce años eran mellizos, Belinda y Bernardo, también unos trillizos ya creciditos de impoluta simpatía, Cristian, Bruno y Federico, la única que parecía ser adolescente era Olimpia, había un infante de dos años llamado Yahir y dos niñas de siete y nueve años, Cristina, Marcela, Sandy Beth se sentó junto a Lucas y Olimpia, justo en medio de ambos. Angélica se quedó dormida y decidieron que almorzaría después. Antes del almuerzo, unos señores, rubios como la mantequilla habían ido a visitar a Jenny, después de unos minutos, la niña demostró a sus nuevos padres la habilidad que tenía en la silla de ruedas, dándoles a entender que no sería ningún problema llevarla de paseo. Las delgadas y pálidas piernas de la niña parecían temblar de la emoción cuando ambos dieron por hecho la adopción de Jenny. Angélica estaba también contenta, ahora la habitación era para ella sola y no había tenido que bañarse porque había permanecido oculta en un armario cuando los papás de Jenny anunciaron su llegada haciendo sonar la bocina. Imelda les sacó una foto frente a las escaleras antes de que se fuera, Lucas reveló la foto con ayuda de Olimpia en una pequeña y oscura habitación bajo las escaleras y la colgaron ese mismo día después de que Imelda escribiese con una temblorosa mano, una frase y las respectivas fechas.
—¿Eres novio de mi hermana? -una mirada inocente lo cegó unos instantes, los penetrantes ojos de Sandy Beth surcaban los de Lucas con una evidente curiosidad- te ves muy rudo con todas esas pupas... mi hermana no suele golpear a las personas, solo cuando es necesario.
—No somos novios... -Lucas miró a Olimpia, que estaba intentando darle la papilla a Yahir, que se encontraba sentado en una trona- no creo que lleguemos a serlo, ella es muy especial y nos conocimos apenas hoy. Sin embargo, quien sea su novio deberá tener un buen estado físico y mucha paciencia.
—Si -dijo Sandy Beth con determinación- y además...
Lucas se puso colorado y al ver esto Sandy Beth dejó de hablar, Olimpia lo miró de reojo y se concentró de nuevo en Yahir y su papilla. A Lucas le pareció ver una sonrisa.
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Jazz [COMPLETA EN EDICIÓN]
Teen Fiction¿Hasta que punto puede ser normal ver fantasmas? Lucas aún se lo cuestiona, especialmente porque no conocía al fantasma antes de que lo fuera. A pesar de esto se verá embarcado en una aventura y tendrá que buscar ayuda para descubrir qué rayos le pa...