Capítulo XII | Sólo conduce

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Se dirigieron a paso lento por la fantasmagórica carretera, camino al pequeño poblado de Gran Portal, Lucas traía la mochila colgada del hombro izquierdo, ya se le estaba empezando a encalambrar. Jazz jugueteaba con las mariposas y los animales que iba encontrando en el camino, hasta que de pronto se sentó en medio de la carretera, con las piernas cruzadas.

—¿Ahora qué pasa? -preguntó Lucas aflojándose la corbata.

—Lo que pasa es que estoy algo cansada...

—Creí que no podías cansarte, espectra -dijo Olimpia cerrando las manos delante de sus narices.

—Además hay algo de prisa por llegar a Gran Portal antes de que oscurezca -exclamó Lucas con un tono vacilante.

—Estoy cansada, pero de que se mientan entre ustedes.

¿Mentir? Jazz los miraba moviendo la cabeza de un lado a otro para no perderse la expresión de estupefacción que se había adherido a su rostro, desde luego si lo decía era por algo, porque a pesar de que Jazz no estuviese consciente de lo que había sucedido antes de su muerte, había demostrado que podía interactuar con lo que oía y pasaba a su alrededor.

—¿Y sobre qué estamos mintiendo?

—Bueno, Olimpia, ya que insistes, ¿por qué no le dices a Lucas la verdadera razón por la cual estás aquí? Y tú, Lucas, dile a Olimpia lo inseguro que te sientes al ir a Gran Portal.

—¿Y por qué no nos cuentas tú la razón por la cual eres tan entrometida? -Olimpia corrió hacia Jazz, pero la atravesó, tras sentir como el hielo calaba sus huesos dio media vuelta para mirarla de frente.

Lucas giró la cabeza interesado en lo que Jazz acababa de mencionar, esta se pasó el dedo índice y pulgar por delante de sus labios dándoles a entender que no diría nada al respecto a menos de que ellos mismos aclararan sus dudas. Lucas y Olimpia se miraron y bajaron la cabeza al tiempo, avergonzados de haber escondido algo al otro, aunque tras pensarlo, estaban a mano, lo único que debían hacer era decirse la verdad.

—Ahora no quiero hablar de eso -dijo Olimpia levantando la vista hasta llegar a la cicatriz en la frente de Lucas-, ¿qué hay de ti?

—Yo sí... me gustaría decirte que no me siento muy seguro de ir a Gran Portal -Lucas se rascó la cabeza y miró a Olimpia a los ojos-, mi padre vive ahí, ¿sabes? Fue como un autoexilio, decidió marcharse después de que decidí demandarlo por la muerte de mamá y Lydia, desestimaron el caso. Le dije que no quería estar cerca suyo, así que decidió que lo mejor para mí era irse, pero la trabajadora social le aconsejó que no fuera demasiado lejos por si algo me pasaba... así que ahora vive ahí y temo encontrarlo y enfrentarlo porque muy en el fondo siento que cometí un error, actué de forma impulsiva debido al dolor.

—No me mintió, Jazz, solo me ocultó algo que era muy obvio -dijo Olimpia sin mirar a la muchacha-. ¿Sabes que huir de los problemas no es una solución?

—Yo no hui, fue mi padre quien lo hizo -exclamó Lucas, irritado.

—Bueno, no sabes si él se quería ir, prácticamente y con una orden judicial se lo pediste, así que, entre comillas, fuiste tú el que decidió rechazar su compañía... tú huiste. -dijo Jazz para respaldar la cuestión de Olimpia- Bueno, ¿tienes algo que decir, Olimpia?

Jazz se levantó y miró a Olimpia de arriba abajo, esta le dedicó una mirada colérica y continuó caminando hacia Gran Portal. Lucas la siguió con paso firme, ignorando por completo el concepto de huir de los problemas que compartían Olimpia y Jazz, cuando estuvieron a una distancia considerable, Jazz corrió hacia ellos rechinando sus botas rojas. A mediodía llegaron a una restorán-gasolinera, aún les faltaban unos kilómetros y el hambre los estaba matando, pidieron lo más económico de la carta y acompañaron su comida con una botella de Sprite para ambos. Mientras tanto, Jazz jugaba con las mangueras de combustible, pasando a través de ellas con su mano.

Jazz [COMPLETA EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora