Capítulo XX | Un funeral de recuerdos

13 6 0
                                    

2 de Noviembre.

La asistencia fue impecable, estaba la estación de policía de Gran Portal, los niños del hogar e Imelda, los chicos que habían sido secuestrados -incluyendo a Estocolmo-, Lizz, Annabel, Henry, Lucas, Jeremías, Olimpia, Dante y Chris. Los policías hicieron una calle de honor, Henry, Piero, Dante y Jeremías se encargaron de llevar el ataúd hasta la tumba. El sacerdote hizo una oración y después de que Anny le hubiese recitado un poema, Chris avanzó para dar unas palabras.

—No quisiera despedirme sin decirte hola hermanita, pero tuve que hacerlo y ahora, no me imagino una vida sin ti. Hemos pasado por tanto, cada uno ha luchado su propia guerra, por nosotros y por ti, estos chicos -señaló a Olimpia y Lucas-, han permitido que tus acciones no fueran en vano, mi bella Jazz. Y Dante... sé que tenemos historia, pero espero que podamos remediarlo todo y logremos intentar una nueva familia; aún hay mucho que sanar, pero es claro que podemos hacerlo, solo debemos darnos la oportunidad.

Lucas se acercó cojeando al ataúd, tomó una corona de flores que había hecho la noche anterior con ayuda de Olimpia y la puso sobre este. Olimpia lo ayudó a levantarse, dejando que él se apoyara en ella y cuando ambos levantaron la vista, las vieron. No a ella, sino a ellas. Jazz traía su overol de Jean, sus botas ahora eran blancas y su corona de flores tenía rosas del mismo color, además estaban otras dos figuras; eran Lydia y su madre, ambas también vestían de blanco y saludaban con la mano. Jazz hizo una venia graciosa y se esfumó con una sonrisa, después su hermana y su madre le lanzaron un beso. Él dejó que las lágrimas recorrieran sus mejillas y así fue hasta que se sentó en la silla. Ahora mismo, era un funeral de recuerdos, pero esos no iban a ser enterrados jamás.

Una semana después.

Estaban sentados en el pórtico de la casa de Lucas, charlando de todo y de nada, las entrevistas habían terminado y el toque de queda había sido levantado, todos habían regresado con sus familias y nuevas estaban surgiendo. 

—¿Así que Dante comprará una casa?

—Sí, lo hará. Será enorme para continuar con el hogar, viviremos allí Chris, Imelda, él y yo.

—Es una linda familia, Olio. 

—Deja de llamarme así -dijo la chica dándole un golpe en las costillas.

Lucas cerró los ojos con fuerza y Olimpia lo recordó.

—Lo siento -se disculpó la chica riendo-, es la costumbre.

—Mañana volveremos a la escuela -dijo Lucas frotándose el tórax. 

—¿Vienes en mi nueva patineta? Dante me la compró, tiene una nueva calcomanía de Led Zeppelin. 

—No, papá nos llevará, Jeremías tiene su primer día en la universidad. Podemos pasar por ti. 

—Chris prometió acompañarme, le llevará flores a Jazz.

—Está bien.

—Ya es hora de que me vaya -dijo Olimpia inclinándose hacia el chico.

—No te tienes que ir... -dijo él mirando los labios de Olimpia.

—Sí tengo que -se inclinó hasta que su nariz estuvo pegada a la suya, Lucas estrechó los ojos-, pero primero a comer.

Olimpia tomó una galleta por detrás de Lucas y la metió a la boca del chico. Lucas rio mientras masticaba.

—Eso no funcionará conmigo -dijo Lucas tratando de tragar con prisa.

Olimpia lo besó y salió corriendo, puso la patineta en el suelo y saltó sobre ella a la vez que se ponía el casco. Al día siguiente no habrían fantasmas, peleas, bodas gitanas o misterios que resolver, solo un día de escuela, con la única chica que le interesaba  y un par de familias diferentes y perfectamente imperfectas.

—¡Hasta mañana, Olio! -gritó el chico cuando ella estaba a punto de doblar la esquina.

—¡Hasta mañana, Mechas!

Una sonrisa boba se dibujó en la cara de Lucas.

—¡Hasta aquí huelo tus hormonas! -gritó su hermano desde el salón, Lucas rodó los ojos entre risas.

—Lo sabía -dijo Henry asomando la cabeza por la puerta principal-. Basil tenía razón.

—Sí, papá. Basil tenía razón.


Jazz [COMPLETA EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora