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                                                                             Sueños Rotos



* Medieval *





[ ... ]


Suspirabas con cierta tristeza, habían pasado dos semanas desde que viste por última vez a tu amante de ojos rubíes y cabello cenizo. Había mucha fruta en el palacio como para pasearte por el pueblo y  escabullirte para sentir los labios de tu amado una vez más.

Los recuerdos encantadores de un Katsuki crío llegaron repentinamente a tu mente, quién hubiese pensado que la princesa terminaría enamorándose del hijo de la mujer que vendía frutos en el mercado. Mitsuki cosechaba frutas jugosas junto a su esposo para venderlos en el mercado del pueblo, la primera vez que tu madre, la reina, probo de estas deliciosas frutas no dudo en pedirle cajas enteras cuando estuviesen lo suficientemente maduras para comerse. De esa manera inicio su amor, la señora Bakugō traía a su hijo de 6 años al palacio mientras se quedaba charlando por horas con tu madre como las grandes amigas que se convirtieron; eras una niña muy curiosa, por lo tanto, hacer amigos no se te dificultaba para nada.

Los años habían pasado considerablemente desde que ambos decidieron confesar su amor siendo unos infantes inexpertos en el tema del romance, lo único que estaba claro para el corazón de  Katsuki es que haría lo que fuera para mantenerte a su lado, y tú harías lo posible para que así fuese.

— Pst. —

Un susurro proveniente del balcón logro despistarte de tus vetustos recuerdos para dedicarle toda tú atención a aquella sonoridad que tus oídos percibieron. Enseguida corriste al balcón al ser consiente de quien podía estar provocando esos ruidos; notaste unos cabellos rubios asomándose mientras avanzabas.

— ¡Katsuki! — sonreíste con la eterna felicidad que desprendía tu rostro con tan solo decir el nombre de tu pareja. De un brinco Bakugō llego a pisar completamente tu habitación, listo para recibirte con brazos abiertos.

Al sentir los musculosos brazos de Katsuki rodeando tu cadera te diste cuenta de cuanto había cambiado físicamente en estos años, estaba más macizo y alto. Su cara estaba sudada y algo sucia por la tierra de los cosechos, pero a quien carajos le importa si desprendía un aroma masculino de esa manera o estaba sucio, te volvía loca y deseosa por una noche más como las anteriores.

— Mi amor, te extrañe... no viniste a verme y me sentí sola.  — susurro la chica de manera seductora en el oído del mayor; un jueguito que prendía a ambos amantes. Este seguía abrazando la cadera de la chica mientras daba leves y firmes caricias sobre la tela de su vestido.

— Yo también te extrañe, pequeña. —respondió. —  No sabes cuanto extrañe tenerte así, joder. Quiero estar todo el tiempo tocando tu piel mientras beso esos labios que me pertenecen.—

Reíste por lo bajo, amabas la sinceridad que tenía Bakugō contigo. Te soltaste de sus brazos solo para guiarlo a tu cama con lentitud. Lo sentaste y te dirigiste por un pañuelo rosado que tenías en tu baño para quitarle la suciedad que traía en la cara. Cuidadosamente y lleno de cariño quitaste las manchas oscuras de su rostro, de vez en cuando llegaban a tener contacto visual hasta  que, sin ninguna doble intención, llegaste a provocar al cenizo cuando rosabas tu pierna en su centro.

Su mano se posiciono sobre tu mejilla, llamando tu atención cuando dio leves caricias con su dedo pulgar mientas recorría  los lunares y pecas de tu mejilla. No había guardias afuera de tu puerta como solían haberlos normalmente, todos estaban atendiendo a los reyes, lo único que estaba presente era el atardecer que se asomaba desde tu balcón. Ambos fueron rompiendo distancia hasta que sus narices rosaron tímidamente, una risa nerviosa escapo de parte de ambos, en su mirada se podían reflejar el deseo carnoso, gracias a eso, provoco que el beso fuera más necesitado de lo que alguna vez hubiesen imaginado.

Seducción [ Bakugou x Lectora ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora