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13 de Enero del 2017

Llego el momento de ver al Sr. Terapeuta.
Estoy algo emocionada y asustada por volver a ver a Morris, el es un excelente psicologo y realmente me ayudo e motivo cuando más lo necesitaba.

Unos de los principales motivos por el cual comencé asistir a la terapia fue depresión, mis padres y profesores estaban preocupados por mi, el desenpeño academico se vio afectado, tanto así que nisiquiera entraba a las clases. Mi mente me desmotivada cada día más y más, me obligaba a pensar cosas  horribles y descabelladas. Estaba asustada, tenia miedo de mi misma.
Cada vez que creía que volvería a brillar, me entristecia y volvía a caer en ese hueco al cual no le veía una salida. A ese hoyo mental que me indicaba hundirme día tras día.

Y así fue que Morris me ayudo a superar esta grave situación, volví a brillar, a ser yo misma, volví a amarme sobre todas las cosas, logre salir del hoyo que estaba segura de que era infinito.

—Stenvers, te toca cariño— informa la señora Carla devolviendome a la agotadora realidad.

Yo me levanto del sofa y camino directo a la sala de las sesiones de terapia.
Estoy frente a la puerta agarrando la manilla con una pizca que raramente apareció allí, miedo.
Abro susodicha puerta y logro ver todo igual o mejor que hace unos meses.

Las cortinas siguen del mismo color amarillas, a las cuales le dan una iluminacion diferente cuando le pegan el rayo del sol, ahora las paredes son blancas pues antes eran azul claro, el escritoro color marron tierra donde muchas veces fue testigo de mi sufrimiento, y los sillones a los cuales mis nalgas le deben un favor porque si no fuera por ser tan comodos ya fueran estado estripadas con las horas que pasaba sentada allí.

Morris esta sentado en el escritorio revisando algunos papeles, voy directo hacia el y me coloco de frente del escritorio viendolo con fastidio. El me ve y de inmediato una sonrisa de oreja a oreja se plasma.
Morris se ve joven para la edad que tiene, tiene treinta y siete años, el cabello rubio que posee hace que se vea un poco juvenil, sus ojos esmeralda que tanto me han visto llorar y la sonrisa que siempre tiene plasmada en su cara que lo caracteriza.

—¡Vaya! Que grata visita— bromea devolviendo su vista a los papeles.

Yo ruedo los ojos y me siento en la cómoda silla que se encuentra ubicada al frente del escritorio.
Pongo mis codos en la mesa y reposo mi cara en las manos con cierto aburrimiento.

Sr. Terapeuta deja de ojear los papeles y ahora su atención se encuentra puesta en mi.

—Y bueno ¿Que te trae por aquí, Nessa— pregunta con tono burlon.

—Vine a jugar con un tal Señor Morris, lo que pasa es que es tan pero tan divertido— le aseguro rodando loa ojos.

El esboza una sonrisa pero de un momento a otro su semblante se vuelve serio. Oh, ya se que dirá.

—¿Porque las faltas— pregunta el Morria serio.

Yo me dejo caer en el respaldo de la silla, poniendo mis manos en el regazo, asustada.

—No he tenido tiempo— miento, claro que si tengo tiempo, pero creí que ya estaba bien.

—Claro— asiente y antes de que yo pudiera hablar me interrumpe—. No sabía que te habias vuelto mentirosa— admite confiado de sus palabras.

Yo lo miro perpleja—¿Ah?— es lo único que puedo emitir.

—Año nuevo, lo recibiste en tu habitación encerrada. No saliste de allí después de cuatro días, comenzaste una nueva crisis— finaliza, y lo unico que pasa por mi cabeza es ¡¿Como supo?!

VIVIR SIN MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora