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13 de Diciembre del 2016.

 ¿Las personas se hacen más lindas cuando hacen daño?

Después de leer el post y los miles de mensajes a mi contra, lo único que hice fue llorar por horas.

Me encerré en mi habitación toda lo quedaba de día.

Al día siguiente no fui al liceo. Ese mismo día salí a comer algo y mis padres estaban desayunando, me preguntaron qué me pasaba, pero no pude decir nada.

No podía creer que ellos hicieran algo asi. Los que alguna vez llame amigo, les había brindado mi confianza, y ellos simplemente se ¿vengaron? No entiendo nada, siempre estaba para ellos, si necesitaban un favor se los hacía con gusto, soy una amiga incondicional.

Mi corazón se sentía vació, pero mi mente esta ya me agobiaba de tantas preguntas que me hacía.

¿En que falle? ¿Qué hice malo? ¿Acaso dije algo que no debía? ¿Acaso todo es mi culpa?

Mientras estaba en crisis existencial decidí leer un libro. Al leer la cuarta página vi una frase que me lleno y me sentí satisfecha.

Para conocer cómo pasan las cosas, no hay nada mejor
que escuchar las voces de sus protagonistas. Esto es lo
único que me propongo como plan de vida.

Las fugas Paralelas - Octavio Vinces.

Todos en Twitter me agredieron sin saber si era verdad todo lo que ellos dijeron de mi, o simplemente me juzgaron. Así pasaría en el instituto.

¿Solo porque un grupo de chicos subió esa basura? Si, asi seria... Mañana tendría que liderar con todos, como siempre.

***

Me levanté temprano, más de lo normal para ir al instituto, quería llegar muy temprano para no toparme con nadie del grupo.

Ya desayunada y con mi bolso en mi hombro, me dispongo a irme.

Cuando abro la puerta me llevo la sorpresa de que esta Noah.

—Buenos días, ¿madrugadora?— pregunta con una ceja elevada.

—Algo así— digo secamente, y hasta se podría decir odiosa.

—¿Hoy no está la Vanessa amable?— cuestiona con una ceja elevada, riéndose.

—¿Hoy no está el descortés de Noah?— contraatacó con voz firme.

—Me agrada más la Vanessa amable— me admite ladeando la cabeza.

—Como sea, me tengo que ir— le digo al mismo tiempo que cierro la puerta de mi casa—. Mi madre todavía está dormida.

—No vengo por ella, vengo por ti.

—Ella se para tard...— abro los ojos como platos—¿que acabas de decir?

—Lo que oíste.

VIVIR SIN MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora