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11 de Diciembre del 2016

Ese día lo recuerdo siempre, tantas cosas pasaron en un solo instante que es difícil olvidar.

Es lunes, como odio los lunes.

Tendría que volver al instituto a volver a ver a las personas que menos me agradan, y cuando digo que menos me agradan es que e caen muy mal.

Este fin de semana lo había pasado de lo peor, debido a que mis amigos se fueran de viaje y ni siquiera me invitaron, lo se, es algo tonto de decir. Pero si esta soy yo, la sensible Vanessa.


Me lo tome de lo mejor cuando los llame y me dijeron que estaban de viaje a la playa que queda cerca de San Patricio, lugar donde vivo, pero luego que que cortara la llamada llore horriblemente, y por primera vez, sentí que era la decepción de tus amigos.

Volviendo al lunes. Estaba de mal humor por lo antes mencionado, pero por eso no debía faltar al liceo.

Baje de mi habitación y me dirigí a la cocina, ahí se encontraba mi madre desayunando.
Agarre cereal, leche y me serví en una taza. Mi madre por otro lado solo se disponía a comer, ella sabía que no estaba de buen humor por eso no me dirigía la palabra, ella intentaba ser comprensiva.

—Hola madre—digo, intentando sonar feliz.

—Hola hija ¿Cómo te sientes?— pregunta ella con un toque de preocupación.

—Estoy bien, gracias— informo sentándome a su lado—. Mami, quería disculparme si en algún momento te trate mal, sabes que en ocasiones no puedo contenerme.

—Tranquila, pero sabes que te tienes que controlar tus sentimientos, no digo que los escondas... solo intenta que eso influya en como tratas a las personas que te rodean— con eso dicho me da un abrazo.

—Lo se, lo se— intentó contener las ganas de llorar, pero las lágrimas me ganan.

No puedo contenerme cuando estoy enojada, digo cosas que después me arrepiento de haber dicho, son algo que necesito controlar porque puedo herir a las personas que me rodean sin querer.

—Ya deja de llorar y termina de comer que llegaras tarde al instituto— se separa de mí y se levanta a limpiar su plato.

Me limpio las lágrimas de mis mejillas y sigo comiendo mi cereal.

 Veo la hora en mi reloj y éste me indica que son las 7:30am. Estoy en la hora correcta, me tengo que ir al instituto caminando, y exactamente me tardó 10 minutos para llegar.

Termino de comer, me levanto de la pequeña mesita a limpiar la taza donde desayune.

Me dispongo a buscar mi bolso en mi habitación pero soy interrumpida por el timbre de mi casa, no le hago caso, pero mi madre grita desde la cocina que si puedo ver quien es, así que me voy directo a la puerta principal.

Al abrir la puerta solo veo a un chico algo... ¿Molesto?

—Hola, buenos días— lo saludo amablemente—. ¿Que desea?

VIVIR SIN MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora