Prólogo

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Sigo pensando en ti, es inevitable no poder sacarte de mi cabeza, constantemente me pregunto si alguna vez llegaste a verme con los mismos ojos con los que yo te vi, constante me pregunto si en otra vida pudimos haber estado juntos, constantemente atormento mi mente mientras paso las noches encerrada en este cuarto, preguntándome cuándo comenzó, si es que alguna vez inició y arrepintiéndome enormemente de no haber probado tan solo un poco más tus labios.

Puedo ver la luna desde mi ventana y me pregunto si es la misma luna que tu vez, eres tan diferente a cuando te conocí que casi no te reconozco, siento un peso rodear mi cintura y miro a mi regazo donde su cabeza descansa, hundido en un sueño plácido y pacífico, lo sé porque me aseguro de ello, revuelvo su cabello suavemente, una suave caricia para asegurarme de que seguirá dormido unas horas más, no puedo evitar sonreír cuando lo veo así de tranquilo durmiendo, me recuerda tanto a cuando éramos niños y solías dormir en mi regazo, tiene la misma actitud infantil que tu solías tener y creo que es graciosos porque es mayor que tú.

Me sigo preguntando si volveré a verte, me pregunto si estás buscándome, si... cuando menos, notaste que ya no estoy, me fui mucho tiempo, supongo que no sería raro para ti si volviera a irme sin avisar, pero no he sido yo esta vez y me preocupa que no lo sepas, quisiera decírtelo y aprieto el pequeño celular en mi mano izquierda, como quisiera mandarte un mensaje, hacerte una llamada, pero retengo las ganas, no sólo porque es peligroso sino porque en el fondo me duele, me duele pensar que no sabes que me he ido, que ni si quiera le tomaste importancia, porque ahora tus ideales son más importantes, tus sueños opacaron tu vista y ahora no puedes verme.

Inevitablemente las lágrimas acuden a mi rostro, caudalosas, cálidas, dándole a mi rostro el calor que tu ausencia dejó, porque no importaron nunca las veces que estuvimos juntos porque en el fondo sé que en realidad nunca estuviste ahí, al menos, no el tú que yo deseaba. Coloco mi mano izquierda sobre mi boca y nariz, espero no despertarlo, pero inevitablemente un gimoteo sale del fondo de mi garganta acompañado de un nuevo mar de lágrimas, después otro y a ese le siguen muchos más, cuando quiero darme cuenta mi rostro está empapado, mi cabello se pega a mi rostro de forma casi pegajosa y mi cuerpo tiembla descontrolado.

-Sanemi... -Parece que lo he despertado y solo soy capaz de limpiar mi único ojo visible con brusquedad mientras intento dejar de temblar, siento como me rodea con ambos brazos, siendo especialmente cuidadoso -Ven aquí -Tira de mi hacia la cama y caigo inevitablemente, se coloca sobre mi y evito su intensa mirada mientras aprieto los labios, toma la mitad visible de mi rostro con especial cuidado y me obliga a mirar -Deja de pensar en el... -Y me besa, sus labios resecos y partidos me traen cierto confort que no puedo disimular cuando enredo mis manos en su cuello y sorbo con la nariz sin dejar de temblar, es el único hombre que me ha hecho sentir así con un beso, así de necesitada, así de llena, definitivamente no se parece en nada a tus besos, así que lo dejo hacer, no solo porque no tengo alternativa, sino porque lo necesito, necesito sentir esto, porque en mi corazón, quizá así pueda soltarte por fin.

El camino que elegimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora