-Doctor, venga rápido!
Fueron las ultimas palabras que el pelinaranja escucho antes de perder el conocimiento. De pronto se despertó en un lugar conocido pero no sabia como había llegado hasta ahí, afortunadamente una enfermera estaba en el lugar, -Disculpe, ¿como llegue aquí?- le pregunto Hinata confundido a la enfermera. Sonriendo le dijo en tono amable, -pequeño te desmayaste- el chico no se sorprendió, le había pasado anteriormente, probablemente tan solo se había excedido al emocionarse. Intento levantarse de la cama aclarando que ya se sentía bien y que quería ir a jugar con su vecino de cuarto. La enfermera miro a Hinata y con un poco de vergüenza la enfermera le respondió -Lo siento, no me permiten dejarte ir, debido a lo sucedido recién- dijo la enfermera con mucha dificultad, ya que se esperaba una mala cara por parte de Hinata o hasta una mueca de tristeza, sin embargo el joven comenzó a darse de golpes en la cabeza mientras repetía -Baka, Hinata Baka- la enfermera lo miraba desconcertada y entonces Hinata se giro a ella para decirle, -lo siento, a sido mi culpa por excederme, seguro te preocupe- dijo con una enorme sonrisa, la enfermera se detuvo un momento para admirar a Hinata, no parecía deprimido, en realidad nunca lo parecía, era diferente al resto de los chicos de su edad internados en aquel hospital, estaba apunto de decir algo cuando se vio interrumpida por Hinata, quien grito de repente -¿Mañana estaré bien? un amigo va a venir a verme- dijo desesperadamente mientras jugaba con sus naranjas cabellos que desprendían un aroma a coco. La enfermera no pudo evitar reír, -Si Hinata, mañana estarás bien- en cuanto Hinata escucho esto sus ojos brillaron, -Soy tan afortunado- dijo, dejando a la enfermera sorprendida, para la situación en la que estaba, Hinata era muy positivo siempre.
Al día siguiente Hinata se levanto temprano y fue directo al cuarto de sus amigos, los ancianos de el hospital, quienes eran mas alegres desde que Hinata llego a sus vidas. Entra al cuarto de reposo un pelinaranja con una enorme sonrisa -Hoy vendrá un amigo a verme- dijo Hinata posando orgulloso. Uno de sus amigos interrumpió -No me digas que internaran a otro viejo- dijo echando a carcajadas, nadie creía que Hinata pudiese tener un amigo de su edad, puesto a que anteriormente se había encargado de asustar a los chicos que visitaban el hospital en busca de algún familiar, como ese chico tan alto Tsukishima, el cual luego de encontrar a Hinata por el hospital nunca mas lo volvió a pisar. Hinata molesto miro a los ancianos reír a carcajadas y contesto -no, ningún viejo burlón sera internado, vendrá un chico de mi edad- orgulloso. Los ancianos se miraron los unos a los otros guardando unos segundos de silencio y luego de unas cuantas miradas, se volvieron a burlar. Hinata indignado les advirtió entre risas que en la tarde el se estaría burlando de ellos y con esto salio de la habitación. A pesar de que había actuado muy seguro de si mismo al salir de el cuarto sus verdaderas emociones se vieron reveladas, y es que nuestro joven no era tan fuerte como reflejaba, si le preocupaba el hecho de que aquel chico tan alto y de ojos bonitos no fuera a asistir a el encuentro del que habían hablado.
Pasaron varias horas, Kageyama no llegaba. Hinata espero paciente mas luego de varias horas pero luego atardeció y creyó que posiblemente Kageyama solo le había dicho que volvería para hacerlo callar en aquel momento, avergonzado regreso al cuarto de sus amigos ancianos, ya se esperaba las burlas y carcajadas por parte de los ancianos, pero no quería estar solo, así que ocultando la tristeza de su corazón saco su característica sonrisa y fue hasta la habitación de los ancianos. Al entrar los ancianos no preguntaron al respecto, simplemente lo saludaron cuando entro a la habitación. Eran burlones, no idiotas, ni mucho menos groseros, amaban demasiado a Hinata. Se encontraban como cualquier otra tarde, comiendo galletas y jugando ajedrez cuando Hinata grito de pronto -¿no van a preguntarme?- dijo indignado, parecía sediento de atención. Un anciano temeroso pregunto -Eh, esto, Hinata, hijo ¿y tu amigo?- Aunque Hinata había incitado a que le preguntaran parecía furioso cuando tocaron el tema y les contesto de mala gana -no somos amigos- tomo aire, sus mejillas estaban de un tono rojo fuerte y sus mejillas se inflaban cuando estaba molesto. -Kageyama y yo no somos amigos, el me dejo plantado- gritaba Hinata muy molesto mientras apretaba sus puños, mas sus amigos los ancianos no parecían prestarle atención, miraban por encima de el con una expresión en sus rostros como si hubieran visto un fantasma. -no, no lo hice- dijo una voz familiar proveniente de detrás de Hinata, quien se quedo helado al reconocer la voz, era Kageyama. Hinata comenzó a temblar y lentamente se giro para ver a Kageyama, quien estaba ahí detrás de el, con el seño fruncido.
... -¿Kageyama? pensé que no vendrías- dijo Hinata tartamudeando. -si dije que vendría, ¿porque no lo haría? ¿eres en realidad un idiota?- le contesto Kageyama molesto, Hinata también se molesto ante la respuesta de este -Bueno pero te tardaste mucho, es tu culpa- Kageyama no podía creer lo que el enano le decía, -¿mi culpa? tengo que estudiar sabes- Hinata quien ya estaba encendido le dijo -no sabia que los tontos como tu estudiaras- y como si se conocieran de hace ya tiempo, Kageyama respondió -Hinata, idiota- lo tomo de los cabellos y acariciándolos bruscamente continuo -un idiota como tu debería estar agradecido de que un profesional venga a verlo- dijo con una sonrisa en su rostro. Mientras Hinata intentaba liberarse de las manos de Kageyama le dijo -pues entonces, vete, no te necesito- mientras daba golpes al aire. -bien, si no me necesitas me voy, estaba ocupado- Kageyama soltó los cabellos de el pelinaranja, se dio la vuelta y cuando estaba apunto de salir de la habitación, sintió como algo tiraba de su camisa. Era Hinata, quien como un niño pequeño se aferraba a el y con la cabeza agachada le dijo -quédate, Kageyama- Kageyama lo miro, parecía que Hinata iba a morir al tener que dejar su orgullo para pedirle que se quedara -Bien idiota, me quedare- le contesto Kageyama. -¿debes decirme idiota siempre?- contesto furioso Hinata luego de soltar a Kageyama, quien le contesto -entonces deja de serlo- y con esto finalmente los ancianos marcaron presencia, ya que no pudieron evitar echarse a reír luego de lo ocurrido.
-¿no vas a presentarnos?-le dijo uno de los ancianos a Hinata. -a cierto, lo siento- dijo y prosiguió a presentarlos, luego de las presentaciones de todos y cada uno de los ancianos, Kageyama hablo -mucho gusto, soy Kageyama Tobio- dijo firmemente. Los ancianos saludaron, le dijeron que se sentara, señalándole uno de los sillones y le invitaron galletas, sin embargo Hinata interrumpió -no le gustan, pero a mi si- y robo dos galletas de la caja de donde se encontraban. -¿de que rayos estas hablando ahora? amo las galletas- dijo Kageyama mientras tomaba tres muy molesto. -oi, no tomes tantas, no son tuyas- le dijo Hinata, molesto mientras tomaba otra. -tu ni deberías tomar galletas, nadie te invito- le dijo Kageyama y ambos empezaron a gruñirse. -comeré mas galletas que tu- le dijo Hinata sacándole la lengua, a lo que Kageyama le contesto -idiota, eso esta por verse- ambos comenzaron una pelea por quien comía mas galletas que el otro, de vez en cuando Kageyama tiraba de el cabello de Hinata para distraerlo y Hinata le daba pequeños golpes en la cabeza a Kageyama. Los ancianos se resignaron a solo observar, no les importaban las galletas, recibían muchas a diario pero al ver a estos dos se preguntaban -¿en verdad son amigos?- se miraban unos a otros intrigados. Como por obra de el destino su pregunta fue contestada cuando Kageyama tomo la cabeza de Hinata frenándolo para que no pudiese comer mas y le pregunto -¿puedo también venir mañana?- dijo muy serio. Hinata se congelo, no se esperaba que Kageyama quisiera verlo de nuevo, pensaba que tendría que acostumbrarse con una simple platica casual sobre voleibol pero ahora entendía que no seria así, los ojos de Hinata brillaban como nunca antes, con una intensidad que les hizo recordar a los ancianos la mágica juventud que alguna vez vivieron. Al ver que Hinata no decía nada, Kageyama se desespero -olvídalo, no necesito tu permiso, vendré a verte mañana, debes estar listo, mañana tengo que entrenar y no se a que hora voy a poder venir- dijo desviando la mirada de Hinata quien lo miraba como un niño pequeño a un regalo de navidad. Luego de unos momentos reacciono y le pregunto -¿te refieres a entrenamiento de voleibol?- Kageyama lo miro y asintió. -¿donde entrenas?- pregunto Hinata y así comenzaron su anhelada conversación sobre voleibol, ya no estaban solos, se tenían el uno a el otro.
-Disculpen, el hospital esta por cerrar...
Tobio grito sorprendido, eran las 11:00pm, el había llegado a las 4:00pm.
ESTÁS LEYENDO
𝑻𝒐𝒅𝒐𝒔 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒖𝒏 𝒂𝒎𝒊𝒈𝒐
Fiksi PenggemarHinata es un chico sencillo, con un solo sueño en su vida, ser jugador de voleibol profesional, o siquiera poder jugar un partido de manera profesional, sin embargo hay algo que se lo impide, nunca ha cruzado las puertas de el hospital donde se ve o...