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hecho en tumblr por: rrxnjun

I. soñé con mi amor de la infancia

La competitividad corre por tu sangre. No estás realmente segura de lo que significa cuando solo tienes que ganar todas las carreras en la escuela secundaria o cuando solo tienes que ser la mejor en la clase y vencer a cada uno de tus compañeros en el concurso de ortografía. Ni siquiera sabes si lo obtuviste de tu padre, ya que es bastante prominente que es algo que viene en tu familia con la forma en que persigue medallas y medallas en su deporte más favorito en todo el mundo, solo sabes que en la forma más simple forma, cualquier tipo de competencia es lo que te mantiene en marcha.

A veces, ni siquiera te importa si la competencia es irracional. No te importa si el hecho de que vas a perder es más claro que el cielo sin nubes; ni siquiera crees que exista la posibilidad de que admitas que no puedes vencer a alguien, incluso si está en los pozos más profundos. de tu alma, puedes estar consciente. Solo tienes que competir.

Y eso es exactamente lo que estás haciendo una tarde soleada. Cuando realmente lo recuerdas, la tarde en que estás de pie en el espacioso parque infantil en medio de cuatro complejos de apartamentos, vives en uno de ellos, con una raqueta de ping-pong en la mano y la cabeza apenas llegando al encima de la mesa, podría ser la primera vez que sintió la necesidad de ganar contra alguien. Es decir, tienes ocho años y tu padre está en el club de ping-pong junto a su mejor amigo del instituto y lo más parecido que tienen a un lugar para practicar son las mesas de ping-pong en el centro del barrio, y como siempre te acompañan, era solo cuestión de tiempo antes de que entraras en contacto con Lee Donghyuck, el niño prodigio.

Solo tenías ocho años cuando juegas al ping-pong por primera vez. No estás segura de si eres realmente buena en eso, pero tu ego está arruinando cualquier posibilidad de que pienses lo contrario. Lee Donghyuck es el hijo del mejor amigo de tu padre y tu 'amigo' designado de la infancia, a pesar de que no llamarías a ese chico en nada parecido a esas palabras. Entonces, cuando el siempre tan querido Donghyuck logra desafiarte a un juego de ping-pong, no encuentras en ti decir que no.

Con ojos feroces pegados a la pelota de ping-pong de color naranja brillante, ni siquiera te das cuenta de lo adorablemente risible que te ves al chico. Tiene la misma edad que tú, pero una cabeza más alto y, bueno, tiene mucha más experiencia en el juego de ping-pong que estás a punto de jugar por primera vez. Él sabe que no ganarás aunque lo intentes de verdad, no sirve de nada pensar más en ello, así que propone otra idea, porque siempre ha sido un niño malvado.

"Si gano, tienes que hacer todo lo que te diga, ¿de acuerdo?" pregunta, con un brillo juguetón en sus ojos y una amplia sonrisa juvenil en su rostro. Es casi imposible para ti decir que no, porque ahora es una apuesta, y simplemente no puedes decir que no a una apuesta y aún más riesgo y competencia: corre por tu sangre y, verdaderamente, no puedes detener el ADN.

"Bien, pero si gano, tienes que hacer todo lo que te diga. ¿Trato?" dices, proponiéndole una mano para que la estreche, como adultos reales que cierran un trato sobre un automóvil, saltando un poco en tu paso mientras regresas a tu lugar en el otro lado de la mesa.

Eras joven y tonta. Ni siquiera sabes cómo sostener la raqueta en tus pequeñas manos, el simple acto de jugar es tan extraño y distante para ti sin ninguna práctica. El niño comienza a jugar y anota instantáneamente. Sería una tontería pensar que ganaría contra cualquiera, para ser honesto.

Él anota y anota y anota, y no crees que puedas hacer que la pequeña bola naranja neón llegue al otro lado con tu raqueta, perdiéndola cada vez que se cae de la mesa en algún lugar detrás. Te hace hervir la sangre con cada sonido sordo que hace contra el pavimento. El puntaje pronto es 20, el número que ustedes dos acordaron al principio, y se encuentra perdiendo.