A Jeno le encantaba acariciarte la mejilla. Especialmente cuando inclinas la cabeza hacia él mientras tus labios se fruncen en tu mejilla, ambos se encuentran en un beso corto. Eso siempre terminaba contigo riendo y él frunciendo los ojos y sonriendo.
A veces (cada siempre) cuando estabas profundamente enterrada en sus clases y no le prestabas atención, él se deslizaba detrás de tu espalda y se sentaba a tu lado. Luego se enredaba a tu alrededor como un bebé koala con la barbilla en tu hombro.
Dependiendo de lo pegajoso que estuviera contigo ese día, lloriquearía, anhelando tu atención, pero cuando pensaba que debías concentrarte, se sentaba allí sin decir una palabra, con el brazo todavía envuelto a tu alrededor y frotando tu costado con dulzura.
Al igual que hoy, tuviste clases en línea sin parar y ahora estabas en tu tercera clase del día, así que Jeno se encontró abrazadote a tu lado y como siempre sus labios se pegaron a tu mejilla derecha dejando dulces besos, su nariz acariciando tu piel con cariño.
"¿Cuánto tiempo te queda?" Jenó murmuró, su cabeza ahora cayendo a tu regazo. Estaba aburrido como el infierno y no estabas allí para darle el amor que se merecía.
"Quedan 30 minutos, solo espera un poco más, ¿de acuerdo?" con los ojos todavía en la pantalla, jugaste con sus cierres y pellizcaste su mejilla, ganándote un gruñido en respuesta.
"Después de que termine la clase, necesito abrazos", resopló. Su cabeza volvió a la parte superior de tu hombro, sus ojos fulgurando los tuyos burlonamente mientras hacía muecas en un intento de hacerte reír.
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