"Me estás aplastando". Gimoteaste, haciendo que el hombre larguirucho encima tuyo se riera y apretara tu cuerpo con más fuerza.
"Así es como te muestro mi amor, cariño". Yangyang te sonríe, acariciando su rostro más en tu pecho.
Gemiste, "¿No puedes demostrarme que me amas sin romperme los pulmones con tu cabeza pesada?"
Antes de que puedas siquiera recordar qué diablos está sucediendo, Yangyang ahora los ha volteado a los dos para que ahora estén acostados sobre él. "Nunca digas que nunca hago nada por ti. Ahora ven aquí y dame un beso".
Te estiras y le das un pequeño beso en la barbilla que parece ser lo suficientemente bueno para él. Sus ojos se enfocan de nuevo en la televisión, una mano acariciando suavemente tu espalda, de vez en cuando recorriendo el cabello de tu cuello.
A medida que el tiempo se acercaba cada vez más a las 11 en punto, preguntaste si realmente estaría bien que pasaras la noche en el dormitorio con él. Se sentó, apretando tus mejillas juntas mientras te aseguraba que podrías quedarte todo el tiempo que quisieras y que nunca sería un problema.
Un beso se colocó en tus labios fruncidos justo cuando la puerta se abría revelando a los compañeros de cuarto, Kun y Ten, quienes entraron, se quitaron los zapatos y dejaron sus maletas de sus horarios del día.
"¡Detengan lo que estén haciendo ustedes dos! ¡Estamos entrando!" Ten gritó vacilante.
Yangyang puso los ojos en blanco, atrayéndote a su lado antes de envolver la manta alrededor de los dos con más fuerza.
Escuchaste a Kun murmurar un 'déjalos en paz' antes de que finalmente los vieras. Les sonrió, sacando una mano de debajo de la manta para saludar. Tu mano fue inmediatamente agarrada por el fuerte agarre de tu actual novio pegajoso.
"No estés celoso bebé, fue solo una hola". Ten se rió, dirigiéndose al sofá para envolverlos a los dos en un abrazo, luego presionando un beso desagradablemente húmedo en la sien de Yangyang y luego en la tuya.
"No hagas eso, no lo vuelvas a hacer nunca más. No beses a mi bebé, y yo no soy un bebé". Yangyang se atragantó, limpiando el beso.
"Tu eres mi bebe." Tu agregaste.
Kun y Ten se echaron a reír mientras Yangyang se sonrojaba de vergüenza. Escondió su rostro en tu cuello, haciendo todo lo posible por esconderse de todas las miradas sobre él. "No frente a ellos, por favor, cariño". Él susurró.
Presionaste una mano en su mejilla, colocando un beso más en la parte superior de su cabeza. Ten se dirigió de regreso a su habitación cuando les dijiste a los dos que había sobras de la cena en el refrigerador si las querían.
"Pero no toques la caja con la estrella en la parte superior porque es mía y me la comeré más tarde". Yangyang agregó en voz alta. Kun suspiró en voz alta con decepción, gritando un gracias y un lo sé.
Intentaste desenredarte del chico que ahora prácticamente te había subido a su regazo. Parecía que solo apretaba su agarre, evitando que te levantaras. "Déjame levantarme". Le dijiste a Yangyang .
Su única respuesta fue un puchero y un simple "No". Se produjo una lucha infantil de tirar y tirar aún más fuerte mientras pedía que lo soltaran y luego no lo dejaran. "Solo quiero preguntar si puedo quedarme". Suspiraste con cansancio.
"Pero sabes que puedes, te doy permiso, solo quédate conmigo".
"No estás a cargo aquí, señor. Déjame levantarme y vuelvo enseguida, en dos segundos".
"Lo siento, lo escuché. Sabes que no necesitas permiso para quedarte. Ustedes saben dónde están todas las mantas y almohadas adicionales. Todo lo que te pido es que mantengan el volumen algo bajo".
"Sí papá." Tú y Yangyang asintieron.
Con un movimiento de cabeza, Kun se alejó murmurando en voz baja, algo sobre un par perfecto.
Le lanzaste a Yangyang una mirada por el rabillo del ojo, "Ni siquiera lo digas".
Él se rió, atrayéndote para darte un beso. Te abrazó, un susurro de "Te lo dije".
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