2 de octubre - Holding hands

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OtaYuri

Otabek estaba nervioso. Había tomado un vuelo hasta San Petersburgo para pasar sus vacaciones con Yuri. Lo habían planeado durante más de un año. Debido a los entrenamientos y las competencias llegaban a coincidir, pero no es como si pudieran convivir mucho. Solo una comida rápida o tomar un café y nada más.

Habían mantenido contacto todo este tiempo, casi siempre por mensajería instantánea o videollamadas. Podría decirse que este poco tiempo que llevaban de amigos, más de dos años ya, era en realidad toda una vida. Se sentía como si fuera toda una vida.

Aun recordaba aquel verano en el campamento de verano de Yakov Feltsman, cuando conoció a Yuri y quedó impactado con eso ojos de soldado, esa fuerza y determinación que emanaba aquel joven rubio. Y nunca imagino que ahora serian amigos.

Antes de subir al avión sentía emoción, una gran emoción de por fin poder pasar realmente tiempo juntos y hacer todas esas cosas que Yuri quería hacer. A él solo le bastaba estar a su lado. Le hacía tan feliz verlo sonreír y quería ser parte de su felicidad.

Pero conforme el avión iba aterrizando esa emoción se volvió en nerviosismo, las manos le sudaban, el corazón le palpitaba tan rápido ¿por qué? Si solo iba a ver a su amigo. Trataba de mantener la calma, pero cada vez que cerraba los ojos veía en su mente la sonrisa y aquellos ojos verdes. Y eso le aceleraba el corazón

《Cálmate, Otabek. O lo vas a arruinar 》 se dijo mientras tomaba fuertemente el asa de su maleta.

Cruzo con nerviosismo la puerta de llegadas y paso a través de toda la gente que espera a sus amigos o familiares. Yuri no estaba ahí por su puesto.

— Nos veremos en la cafetería que está cerca de la puerta donde llegarás — le dijo en la última videollamada — quisiera ser el primer rostro que veas al llegar a Rusia, pero si una fan me ve, no saldremos nunca del aeropuerto y terminaran tus vacaciones antes de que nos libremos de ellas.

Lo entendía, al final era una estrella, había ganado de nuevo un par de veces más el Gran Prix. Era el mejor del mundo. Obviamente que era una celebridad.

Pero Yuri Plisetsky no era una persona que pasaría desapercibida, no para él, al menos. Lo vio inmediatamente, recargado en una columna mientras revisaba su celular. Llevaba lentes negros y una capucha por supuesto y podría pasar por cualquier jovencito, pero Otabek lo podría reconocer aun si estuviera vistiendo una botarga.

Su corazón comenzó a bailar en su pecho. No podía evitarlo. Ahora no había una pantalla y cientos de kilómetros de distancia entre ellos, en pocos segundos seria palpable para él. Y eso le hinchaba el corazón, pero eso mismo lo detenía, no quería perder a su mejor amigo por algo que solo sentía él. La amistad está por encima de todo. Yuri se lo había dicho miles de veces "eres mi mejor y único amigo, claro, después de Potya y mi abuelito" y no le iba a arrebatar eso.

Yuri levantó la vista, como sintiendo su penetrante mirada y le sonrió, fue la sonrisa más hermosa que había visto jamás, y eso que pensaba que cada sonrisa que le dedicaba lo había sido. Sólo él se podía superar una y otra vez.

Yuri se guardó el aparato en la chamarra y corrió directo a él arrojándose a sus brazos.

Ciertamente Otabek no se lo esperaba, había repasado mil y una veces la escena en su mente. Se saludarían amistosamente o solo con una sonrisa. O tal vez se estrecharían las manos, o un saludo "de mejores amigos" de esos que tienen los protagonistas de las películas con movimientos rápidos de manos, aunque no es como si tuvieran uno. Pensó en muchas formas de saludarse, pero nunca imaginó eso: Tener a Yuri abrazándolo cálidamente. Y por eso se quedó petrificado.

WORDTOBER 2021 (OTAYURI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora