18 de octubre- Hug

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OtaYuri - AU

Otabek se sentía nervioso e incómodo, hoy no había sido su día y apenas iba comenzando. Su coche se descompuso, simplemente no quiso arrancar. Para no perder tiempo y llegar tarde a la cita de trabajo que tenía decidió tomar el subterráneo, era la opción más rápida, pero no tomó en cuenta que a esa hora de la mañana venia al tope.

Aún tenía tiempo, pero no se quería arriesgar a tomar un taxi o servicio de coche y que el tránsito de la mañana le jugara una mala pasada. Esta era una cita importante. Se había postulado para diseñar una campaña de una exposición de un pintor muy famoso. Todo lo había arreglado en línea, pero el artista era de la vieja escuela y de acuerdo a su agente quería conocer en persona a la persona seleccionada para llevar su campaña. Era una petición razonable, pero el prefería hacer todo a distancia, sin tener que salir a la calle cuando se podría arreglar todo con una video llamada.

Resignado, revisó la ruta que tenía que seguir, eran dos trasbordes y si todo salía bien llegaría en media hora. Pero los vagones iban a reventar. Hizo fila para poder subir al vagón, ya habían pasado dos trenes y no se había podido subir. Miró nervioso la hora, pero aún seguía teniendo tiempo de sobra, era el primero en la fila y para el siguiente tren seguro podría subirse, aun cuando viniera a reventar.

Por fortuna, el tren no tardó, aunque venía atascado. Agradeció ser el primero en la fila, haría lo posible por ingresar, pero justo cuando se abrieron las puertas y dio un paso para ingresar, una persona se le adelantó y se coló en el que debería ser su lugar en el atiborrado trasporte.

—¡Oye! ¡Haz fila como los demás! — gritó sumamente molesto.

— ¡Bájenlo! — gritaron otras personas que estaban detrás de Otabek, pero solo pudieron ver impotente como se cerraban las puertas y el chico se disculpaba.

Porque era un chico, a pesar de ser casi de su estatura, se veía bastante joven, no sabía qué edad tenía, pero seguro rondaba en los veintes. Era un joven bastante guapo, rubio y delgado, por un momento, Otabek perdió el aliento al ver los hermosos ojos verdes que tenía, pero de inmediato esa sensación desapareció porque su molestia era más grande.

No sabía si los Dioses lo habían recompensado, pero el siguiente tren que llegó al andén venía vacío.

La molestia que sentía aminoró un poco, miró su reloj, seguía con tiempo, pero tendría que correr para los siguientes trasbordos para evitar que otro contratiempo parecido le sucediera.

El primer trasbordo fue sencillo, pero al llegar al segundo igual había mucha gente, se acercó lo más que pudo, y para infortunio de él se dio cuenta que aquel chico que se había metido a la fila y ganado el lugar estaba primero en esa nueva fila, esperando el tren. Volvió a sentir esa molestia de hace un momento y más al notar que el chico había volteado y lo reconoció igual, pero fingió no verlo. En otro momento hubiera dejado pasar el tren para no tener que compartir el vagón, pero ya se le hacía tarde.

No supo que pasó, pero cuando llegó el tren la gente se volvió loca y se empujó para ingresar al vagón y el quedó atrapado por la multitud casi con la cara pegada en la puerta y con el chico rubio en medio de él y la puerta del vehículo. Parecía como si lo tuviera acorralado, quería moverse y evitar tan vergonzosa escena, pero no había espacio para hacerlo. Aunque para su alivio el chico tampoco estaba muy a gusto, tenía la cara completamente roja y evitaba a toda costa de mirarlo.

Otabek miró el mapa de las estaciones, solo faltaban tres, pero si quería salir de esa prisión debería moverse de una vez. Con mucho esfuerzo le dio la espalda al chico rubio, aliviado de por fin poderse alejar de él.

Aprovecho que había gente que igual se movía hacia la puerta porque salían en la siguiente estación, para así abrirse paso de poco en poco entre cada estación restante y llegar a la puerta sin contratiempos. Pero algo lo dejó helado cuando dio el primer paso, el chico caminó muy de cerca, casi pegado, a él.

Otabek giró el cabeza extrañado.

— Bajo en tres estaciones — dijo el chico ruborizado evitando la mirada de Otabek, entendiendo que sus acciones bien podían ser malinterpretadas.

— ¡Ah! Y-Yo también...

Los ojos verdes lo miraron esperanzados y Otabek sintió que le atravesaban el alma. No, no era momento para pensar en eso. Había que ser rápidos, avanzar cuando bajaban las personas y evitar que los lanzaran hasta el fondo.

— ¡Prepárate! — le dijo al chico.

La puerta se abrió, Otabek avanzó, pero sintió como el chico se alejó un poco de él, la gente lo estaba empujando. Rápidamente lo tomo del brazo y lo jaló, debido a eso no lograron avanzar mucho, pero al menos no los hicieron retroceder.

— Tienes que ser rápido.

— ¡Lo hice! Solo que entran como si su vida dependiera de ello.

— Pues tu debes ir hacia la puerta como si tu vida dependiera de ello, o sino saldrás hasta que el tren llegue a la terminal.

El chico rubio lo miro mal.

— Vamos a hacer esto, chico...

— Yuri

— ¿Que?

— Mi nombre es Yuri.

Otabek lo miró atentamente ¿ahora iba a ser educado después de que se metió a la fila?

Yuri lo mira a expectante y Otabek entendió el por qué.

— Otabek

Yuri sonrió y Otabek sintió que se le aflojaban las piernas.

— No es momento de presentaciones — dijo tras carraspear — primero salgamos de aquí, quédate bien pegado, si sientes que te jalan tómame del brazo o algo... solo no jales la ropa — le advirtió y Yuri asintió con la cabeza, la penúltima estación a la que se bajarían estaba cerca.

De nuevo se abrieron las puertas y volvieron a repetir el procedimiento y de nuevo la gente empujo a Yuri, pero esta vez él se agarró fuertemente de Otabek abrazando con todo lo que tenía.

Otabek sintió que el corazón se le paraba. No era a lo que se refería, pero en cierta forma le ayudo, pues al ser dos que empujaban, pudieron avanzar hasta la puerta.

Yuri lo abrazaba firmemente, rodeándolo con unos brazos delgados. Otabek miró hacia abajo y no pudo evitar sonrojarse al ver como se aferraba a él.

《Piensa en algo feo, piensa en algo feo》 se decía a sí mismo.

— Y-Yo... en esta próxima estación bajamos, empuja igual y yo te jalaré con todas mis fuerzas.

Yuri asintió, igual estaba todo rojo, pero agradecía ser el que estaba por detrás.

Ese par de minutos que tardó el tren en llegar a la estación se les hizo eterna, pero a pesar del nerviosismo que sentía, no lo aborrecía. Trató de calmarse, pero no ayudaba el hecho de que Yuri tenía recargada su frente en su hombro ¿este hombre lo quería matar ocasionándole un paro cardiaco?

Otabek respiró profundamente y sujeto las manos de Yuri que rodeaban su pecho, el cual claramente se sobresaltó, pero no lo soltó.

— Estamos por llegar a la estación, tiene trasbordo así que mucha gente intentará entrar, haz lo que acordamos.

Como su fueran uno solo, ambos jóvenes se abrieron paso hacia la salida, saliendo por fin de aquella apretada lata. Ambos respiraban agitados por el esfuerzo y la tensión de haber estado en aquella vergonzosa situación.

Cuando por fin Otabek se pudo calmar, notó que la gente se le quedaba viendo y es cuando se dio cuenta que Yuri seguía aferrado a él, sin intensiones de soltarlo.

— E-Este... ya estamos afuera — fue lo único que se le ocurrió decir.

De inmediato Yuri lo soltó, completamente avergonzado de su actitud.

— Discúlpame, muchas gracias por todo.

Fue todo lo que le dijo y Otabek no pudo preguntar más, pues Yuri salió disparado de ahí.

*****

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2021 ⏰

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