CAPITULO 14

406 31 0
                                    

Todo estaba a punto de terminar, allí estaba el diario de Riddle. Eric se acercó cautelosamente con la varita firmemente sujeta en su mano derecha. Frente a él estaba una figura encapuchada vestida de negro parada de espaldas, el horrocrux visible en su mano.

-Ah, al fin llegaste Joestar- hablo haciendo que Eric parara en seco y apuntara con su varita.

-¿Quién eres? ¿De dónde sacaste ese diario?- le pregunto el joven de ojos dorados.

-Creíste que había sido la pequeña Ginny la que había liberado al basilisco- el encapuchado se dio la vuelta lentamente con una sonrisa presumida -¡Pero era yo, Dio!-

Eric abrió los ojos con sorpresa y miro a su alrededor solo para encontrarse en su habitación en el orfanato.

-Sueño de mierda- murmuro en voz baja e inexpresiva. Se fijó la hora y se deicidio a levantarse, hoy regresaría a Hogwarts. No le gustaba admitirlo pero estaba bastante alterado al desconoces el paradero del diario. No había dejado de pensar en eso desde que regreso del callejón diagon y había formulado varias teorías.

La primera teoría era que Malfoy decidió no darle el diario a nadie pero dudaba seriamente que este sería un año tranquilo así que la descarto rápidamente. La opción más plausible era que el diario estaba en posesión de otra persona pero si era así ¿Quién lo tenía?

No creía que el diario estuviera con algún personaje que jamás había sido nombrado en los libros, si aparecía alguien nuevo y de repente obtuviera algún tipo de protagonismo sería demasiado obvio. Lo único lógico era que algún personaje conocido lo tuviera, pero era muy difícil saber quién. No tenía más opción que estar pendiente de todos a su alrededor.

Habiendo terminado su rutina de la mañana durante la previa reflexión se dispuso a revisar sus cosas de la escuela para asegurarse de que no le faltara nada. La señora Aldritch lo llevaría a la estación en un par de horas así que mientras tanto se puso a leer uno de los dos libros que saco de su bóveda. Guía avanzada para la oclumancia. También tenía la Guía avanzada para la legeremancia. Eric considero que aprender a leer mentes le ayudaría a completar el set de telequinesis y telepatía.

El primer paso por supuesto era la oclumancia. Esta rama de la magia mental consistía en proteger la mente del usuario. Si Eric era honesto consigo mismo debió de haber empezado aprenderla mucho antes pero se entretuvo con otras cosas. Según se expresaba en el libro las personas serias y calmadas podían aprender mucho más rápido. Eric era el candidato perfecto para convertirse en oclumante.

Durante el verano había podido desarrollar una defensa bastante buena siguiendo paso a paso las instrucciones del libro aunque al principio le preocupaba convertirse en una especie de robot, ya saben al no ser realmente expresivo desde antes, resulto que no tenía nada de qué preocuparse pues la oclumancia no borraba las emociones solo las mantenía bajo control. ¿Sino como explican a Snape?

Sus amigos definitivamente tenían que aprender oclumancia también pero aún eran demasiado jóvenes y según el libro usualmente se espera a tener un poco de madures mental para aprender. Eric era una excepción al ser prácticamente un adulto antes de reencarnar. Tal vez esperaría hasta el próximo año para mostrarles el libro.

Para cuando se dio cuenta habían tocado la puerta de su habitación y partió rumbo a la estación de King Cross, se despidió de la señora Aldritch y empujo su carro a través del muro saliendo un par de segundos después. Al cruzar pudo ver perfectamente el expreso a Hogwarts encabezada por su mítica locomotora de vapor, de color escarlata esperaba en el andén completamente vacío.

(Temprano otra vez) pensó para sí mismo mientras entraba al tren. Camino hasta el tercer vagón y se sentó el primer compartimento que vio. Tomo asiento y continuo con su lectura para mantener su mente fuera del diario, además si avanzaba lo suficiente tal vez pueda usar legeremancia para buscar la ubicación del libro en la mente de sus compañeros. Era algo dudoso pero no imposible. También debía recordar que habría luna llena en tres días, momento en el cual debería preparar la poción para convertirse en animago. El joven mago soltó un largo bostezo y finalmente se tomó un descanso de su libro para dormir un poco.

El mago extranjeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora