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Habían decidido que Kai lo visitaría otra vez esa tarde, ya que él no podía asistir a clases y el peliblanco se sintió culpable por eso. Le había prometido prestarle todos sus apuntes y poner el doble de atención para que Soobin no se quedara atrás. No le creyó mucho lo último, el chico era el rey de los despistados, pasaba una mosca y su concentración iba a parar al otro continente.

- ¿Cuánto crees que le falta a Kai para llegar? - preguntó Jaemin terminando de arreglarse.

- Un par de minutos - respondió mientras dibujaba cualquier cosa que rondara por su mente.

- Me tengo que ir porque si no llegaré tarde, pero no quiero dejarte solo - murmuró Jaemin con un puchero.

- No te preocupes, no debe faltarle mucho - le dijo para tranquilizarlo.

- Bien. Me iré, pero cualquier cosa debes llamarme. Jeno-hyung debe regresar pronto con los niños - se acercó y dejó un beso sobre la cabeza de Soobin.

- Que te vaya bien.

- Bien. Supongo que no debo preocuparme por dejarlos solos, ¿cierto?

Soobin lo miró sabiendo muy bien a dónde iba el tema.

- Claro que no. Nunca.

El mayor rió y luego le lanzó un beso para marcharse. Sus padres crearon una idea en su mente y parecía que no se iban a salir de ahí. Arrugó su nariz, él no tenía ese tipo de sentimientos por Kai... hasta el momento, o eso era lo que creía. Sintió el timbre y se puso de pir para abrirle. El peliblanco vestía una sudadera violeta y unos pantalones amarillos pastel. Era como ver una bolita de colores y con su cabeza blanco brillante.

- Hola, te traje los apuntes aunque en realidad no son muchos... pero los hice con todo mi esfuerzo. La profesora de química nos pidió hacer un experimento pero como los chicos son idiotas mezclaron cosas que no debían y ¡Boom! Tuvimos que salir corriendo porque el humo era insoportable - lo comenzó a bombardear con información mientras caminaba hacia adentro. Ni siquiera lo había dejado saludarlo de vuelta.

- ¡Kai! No me interesa qué haya pasado en el escuela - le dijo intentando callarlo. El chico lo miró e hizo un puchero.

- ¡Me siento culpable! Y pensé que querrías saber todo lo que pasa mientras no estabas - se quejó dejándose caer sobre el sofá.

- No, no me interesa. Y deja de sentirte culpable, no es tu culpa que ellos sean unos idiotas - le recordó sentándose a su lado.

- ¿No me vas a dejar por esto? - preguntó. El peliblanco notó la preocupación en la voz del chico.

- ¿Dejarte?

- Alejarte de mí, quizás te aburra que siempre debes defenderme o quizás te aburra que hable mucho. Yo sé que puedo ser insoportable, ya me lo han dicho - murmuró - Las personas suelen alejarse de mí porque hablo mucho y soy muy inquieto, y por mi ropa.

Soobin lo miró preguntándose si no se pondría a llorar en cualquier momento, él no quería eso, aunque tuviera mucha experiencia en calmar personas por sus hermanos no quería tener que consolar a un Kai llorón.

- Mira... te voy a ser sincero, a veces te quiero cortar la lengua - dijo. Esperó que Kai se enojara pero este solo se rió - Pero quizás es bueno que hables hasta por los codos, yo no hablo mucho. Así que lo que no hablo yo, lo complementas tú, aunque tenga que escucharte hablar todo el día. No voy a alejarme de ti ni por tu boca sin freno ni por tu manera de vestir - le aseguró.

Kai lo miró y sonrió. Sin darle tiempo de nada lo abrazó. Sus brazos lo rodearon sin darle tiempo de alejarse o reaccionar, al tenerlo tan cerca pudo darse cuenta de que el chico olía a bebé, a esos horribles perfumes de bebés. Él los odiaba, pero por alguna extraña razón no le disgustó tanto como pensaba. No sabía qué hacer, no estaba acostumbrado a los abrazos, solo le gustaban los de sus hermanos y los de sus padres.

PADRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora