Regresé a mi cama y cerré mis ojos con el afán de dormir y a la vez pensar en otra cosa que no fuera lo que hasta hace muy poco era una nueva preocupación.
Desperté al amanecer y entre confusión y realidad el primer ejercicio que realicé fue acercarme al espejo y dilucidar mi inquietud, ¿era sólo un sueño loco?, miraba esos ojos, mis ojos, buscaba esa profundidad de mi mirada reflejada, aun sentía que me observaba otra persona que no era precisamente yo mismo, buscaba hasta los más mínimos detalles para encontrar una explicación, el más sutil movimiento que realizaba frente al espejo, se reflejaba en él, obvio pues era yo quien estaba en frente, pero lo que quería encontrar era una sola diferencia. La estruendosa alarma del reloj me trajo a la realidad y con prisa comencé a prepararme para una nueva jornada de trabajo.
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El otro lado del espejo
FantasyMuchas veces no conocemos quíen está delante de nosotros cuando estamos frente a un espejo. Sin embargo, qué pasaría si nuestra propia imagen tomará nuestro lugar y viceversa? ...