A REASON TO STAY - VOLKACIO

Twenty-eighth night

⚠️⚠️ IMPORTANTE ⚠️⚠️

Me he saltado varios directos. LO SIENTO.

Llevo casi dos semanas intentando escribir, pero no llegaba la inspiración. Hasta ayer. Hasta el terrible directo de ayer.

He decidido saltarme las otras noches y seguir directamente desde aquí porque LO NECESITO.

Seguramente a partir de hoy tendré que alejarme del canon si sigo escribiendo, porque lo que está ocurriendo es demasiado para mí. Me da mucha rabia porque he conseguido mantenerme razonablemente dentro del canon durante muchos capítulos, pero esto ya es demasiado... No escribo para sufrir :(

Es muy posible que cada capítulo vuelva a ser casi independiente de los anteriores, porque lo que haré será darle a cada directo el final que necesito para soportar todo este drama.

Espero que a pesar de todo sigáis disfrutándolos 💙💙

******

Trabajo. 

Al final a eso se reduce todo. 

Volkov no sintió nada por ti, ni lo siente. Ni lo sentirá.

Mientras guardaba en la agenda del teléfono el número de Dex, sus pensamientos no podían despegarse de la expresión triste del ruso al decirle aquellas palabras. Cínico.

Golpeó el volante con la palma de la mano y después lo agarró, apretándolo hasta que sus nudillos se volvieron blancos. El nudo en su garganta era tan grande que le dificultaba el respirar. Y eso no se podía comparar con el dolor que se acumulaba en su pecho. 

Dolía más que nunca, dolía como si el corazón estuviera a punto de desgarrarse desde dentro, como si con cada latido el lastimado órgano se fuera cansando más y más, y estuviera a punto de darse por vencido. 

El teléfono comenzó a vibrar en el asiento de al lado, donde lo había lanzado unos segundos antes. El nombre de Volkov brillaba en la pantalla. Apartó la vista de él y volvió a arrancar el motor del coche, dando media vuelta para salir de aquel lugar al que había conducido inconscientemente. 

Ahora sí sabía a dónde quería ir.

Condujo durante varios minutos, apenas consciente de la velocidad que llevaba, ni de lo cerca que pasaba de los numerosos vehículos a los que adelantaba. 

Cuando llegó a su destino detuvo el coche a un lado de la carretera casi cubierta de arena y caminó despacio hacia aquel descampado. Las ventanas oscuras de la caravana, sin ningún rastro de que hubiera luz en su interior, le recibieron como viejas amigas. 

- Hola Gustabo… - Murmuró en voz baja, deteniendo los pasos unos segundos antes de acercarse del todo a la caravana. Parecía que había pasado una eternidad desde la última vez que había entrado allí. Había contratado a un cerrajero para que instalara una cerradura nueva después de que él mismo la hubiese roto en su urgencia por entrar y buscar cualquier pista sobre el paradero de Gustabo. No había encontrado nada. 

Abrió la puerta despacio. Olía a polvo, a cerrado… y a Gustabo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y aspiró profundamente, a pesar de la punzada de dolor que taladró su pecho al hacerlo. Entró con cuidado mirando alrededor a pesar de que esta vez no había venido a buscar nada. 

Se sentó en el viejo colchón. Las mantas todavía estaban removidas de la última vez que había estado allí. Pasó la mano sobre ellas, sintiendo la suavidad contra su mano rugosa.

- ¿Cómo has estado...? - Esperó un par de segundos hasta que la sombra de una risa abandonó sus labios. - Vaya pregunta de mierda… - Se respondió a sí mismo antes de tumbarse del todo sobre el colchón.