- ¿PERO QUIERES CALMARTE Y ESCUCHARME?
- No, no. Está muy claro, Horacio. No me tienes que explicar más.
Horacio se bajó rápidamente del coche, siguiendo a un Volkov que caminaba con rápidas zancadas hacia la puerta de la mansión.
- ¿Pero estás bobo? ¡Que me escuches!
- La verdad es que pensaba que estaba todo bien entre tú y yo, pero ya veo que malinterpreté tus palabras. - Su tono de voz, frío y seco, exasperó más aún a Horacio mientras Volkov sacaba la llave del bolsillo de la chaqueta y la introducía en la cerradura.
- ¡Pero que te he dicho que saques tus cosas de la habitación, no que- Sus palabras se apagaron al entrar en la casa. Volkov se había detenido en seco nada más atravesar el umbral de la puerta.
Una mujer morena, con el pelo húmedo y vistiendo únicamente una camiseta ancha estaba sentada en el sofá, ojeando una de las revistas de moda de Horacio. Mika dormía hecha un ovillo junto a su muslo semidesnudo. Volkov la reconoció al momento. Valentina Vargas.
- Buenas tardes, muchachos. ¿Cómo se encuentran? - Su voz suave y su seductor acento atravesaron el tenso silencio que había inundado la estancia. - Me disculpa, Hache, pero como ve me he duchado porque, siendo sincera, no podía esperar a quitarme ese vestido...
Volkov miró a Horacio, quien le devolvió la mirada alzando ligeramente ambas cejas. Sus miradas volvieron hacia la mujer, que no había dejado de hablar.
- Tienen ustedes una casa hermosa, ¡pero apenas hay nada en la nevera! Tampoco es que tenga mucha hambre, siento el estómago cerrado, ¿saben? Pero bueno, ya se lo imaginan. Por cierto, ya ven que tomé prestada esta camiseta, me van a disculpar, pero como vine con lo puesto...
Volkov dio un paso atrás, intentando asimilar lo que estaba ocurriendo, y sintió la mano de Horacio agarrándole el brazo y apretando suavemente. Sus palabras, pronunciadas entre dientes, sonaron cerca de tu oído.
- Te dije que no era lo que pensabas...
Volkov carraspeó ligeramente y tomó aire, decidido a reaccionar de una vez por todas.
- Buenas... buenas tardes, señorita. Si nos disculpa, tengo que comentar unas cosas con mi... compañero.
- Claro, por supuesto. Vayan, vayan. Yo me quedo acá, con esta cosa tan linda. - Pasó la mano suavemente por el lomo de Mika. - Nunca tuve gatos, allá en Colombia pensaba que les tenía alergia, ¿sabe? Pero parece que no, de momento no siento nada.
- Volvemos ahora, Valentina. - Comentó Horacio en un tono de voz suave, dándose la vuelta y saliendo de la casa, seguido de Volkov.
Caminaron a paso rápido en dirección al jardín, y no pronunciaron ninguna palabra hasta que se habían alejado lo suficiente de la puerta.
- ¿Qué coño hace esa mujer ahí? ¿Y por qué lleva una de mis camisetas?
- Uff... a ver... - Horacio se pasó una mano por la nuca, pensando cómo explicarle la nueva situación. - Digamos que... he hecho un trato con ella y la he traído aquí para protegerla.
- ¿Me estás diciendo... que has traído a la persona más cercana a Carlo Gambino... a vivir en nuestra casa? - El tono de Volkov extremadamente pausado, como si su cerebro estuviera demasiado ocupado en procesar toda la información.
- Bueno... podría decirse así. Sí.
- ¿Pero tú estás loco? - Su voz, una mezcla de grito y susurro, reflejaba lo alterado que se sentía en ese momento.
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A REASON TO STAY - VOLKACIO
Fiksi PenggemarDespués de tantos años, Horacio le ha pedido a Volkov que vuelva a Los Santos y que se quede junto a él en el FBI. Volkov no quiere volver a su antigua vida, pero sí que hay un motivo por el que podría querer quedarse... Horacio. (Historia corta in...