Thirty-second night

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- ¡Viva Rusia!

Volkov se rió al escuchar la voz de Blake alejándose por el pasillo.

- ¡Viva Rusia! - Respondió alzando la voz para ser escuchado. Las risas de su compañero se perdieron en dirección a los vestuarios.

Dejó todas las armas pesadas en la armería y se aflojó un poco el chaleco. Se acercó a una de las ventanas de la sala de espera y volvió al comprobar que el coche que había visto al entrar seguía en el aparcamiento.

Hacía unos días que sus descansos no coincidían con los de Horacio, ni siquiera sus horas de dormir. Si no fuera porque se habían visto en la oficina aquella mañana, mientras preparaban el operativo de Carlo Gambino, habrían pasado ya tres días desde que habían estado juntos.

No parecía mucho, tres días, pero se habían sentido como una eternidad. Por eso al ver su coche en el aparcamiento había tomado la decisión de realizar su 10-10 y pasar lo poco que quedaba de día con él.

No tardó mucho en encontrarlo. Por inercia había subido hasta el despacho que solía ocupar, olvidando por un momento que aquel ya no era su rango, pero gracias a los tabiques de cristal, no le había pasado desapercibida su figura tumbada sobre aquel sofá en el despacho contiguo.

Empujó la puerta con cuidado, aunque ésta se deslizo sobre sus bisagras sin emitir ni un solo ruido, y la sujetó con su cuerpo mientras observaba detenidamente al hombre que descansaba con los ojos cerrados.

Suspiró suavemente, todavía intentando no hacer ruido para no molestarle. Todos esos días sin apenas verse le habían hecho echarlo de menos, y preocuparse, pero verlo tan tranquilo, tan relajado, le llenaba de paz.

- ¿Vas a quedarte ahí mirando toda la noche?

No estaba tan dormido como parecía. Una pequeña sonrisa asomó a los labios de Volkov, replicando la misma que había aparecido en el rostro de Horacio, quien ahora le miraba desde la misma posición.

- Pensaba que estabas dormido y me daba algo de lástima despertarte.

- ¿Te doy lástima? - Horacio se incorporó y se quedó sentado en el sofá, frotándose ligeramente la cara con las palmas de las manos para despejarse.

- No hombre, no quería decir eso...

El tono en el que hablaban era tranquilo, pero cauteloso. Se conocían muy bien, y los dos sabían que había algo entre ellos que no estaba bien, un asunto sin solucionar que envenenaba el espacio que los separaba desde hacía varios días.

Pero no era el momento de enfrentarlo, no este día. A pesar de todo compartían algo importante, una sensación de profundo alivio que no tardó en salir a la luz cuando sus ojos por fin se encontraron. Los dos sabían lo que estaba pensando el otro.

- Bueno... - Murmuró Horacio sin despegar la vista de sus ojos.

- Bueno... - Repitió Volkov, completando él la frase. - tenemos a Gambino.

- Tenemos a Gambino. - Afirmó Horacio, con una sonrisa que no se atrevía a hacerse más grande.

- Esto... se merece un abrazo, ¿no crees?

- Ya estabas tardando en pedírmelo. - Y sin esperar más se levantó del sofá y sus cuerpos se fundieron en un abrazo que ambos necesitaban mucho más de lo que estarían dispuestos a aceptar.

Volkov, estrechando su cuerpo con fuerza contra sí, aspiró su aroma con los ojos cerrados, dejando que su olor y su calor lo envolvieran por completo. Horacio había enterrado la cara en su cuello y no parecía querer moverse de allí.

A REASON TO STAY - VOLKACIO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora