5 - Clase B.

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La semana de vacaciones había terminado y el calendario anunciaba el primer día de clases en la nueva institución

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La semana de vacaciones había terminado y el calendario anunciaba el primer día de clases en la nueva institución. Tenían un uniforme reglamentario y eso también fue nuevo para mí. En mi anterior secundaria íbamos con ropa casual, lo que permitía más libertad. Pero ahora me encontraba en frente de una camisa blanca, una chaqueta azul con mi nombre bordado en el bolsillo, pantalones de vestir y zapatos negros. Todo me quedó bien, naturalmente, aunque me sentía como un auténtico payaso. La cosa se complicó al momento de llegar a la fea corbata marrón que no sabía cómo amarrar. Estaba luchando con ella cuando de pronto tocan la puerta.

— ¡Pase! —exclamé.

—¿Cómo vas, cariño? —escuché decir a mi madre. De inmediato volteé a verla y le señalé la maraña de tela que se había convertido la corbata. Ella se echó a reír—. ¿Necesitas ayuda?

—Por favor —suspiré dándome por vencido. Ella sonrió. Se acercó a mí para desanudar el desastre que hice y comenzó a acomodar la corbata con esa delicadeza que sólo las madres pueden tener.

—Listo —anunció sonriendo satisfecha con su trabajo. No pude evitar contagiarme y sonreí.

—Gracias, ma.

—Pórtate bien hoy ¿sí? —dijo alzando la cabeza para verme. Yo resoplé provocando que un mechón de mi cabello se alzara y asentí.

—Lo haré. Pero no te prometo hacer amigos.

—Ay, Nini... —negó con la cabeza y llevó los dedos a mis cabellos para peinarlos con dulzura—. Sólo...trata, ¿sí?

Su forma de verme apaciguó mi propia mirada. Noté sus ojeras y pequeñas arrugas en las comisuras de sus labios, al igual que algunos destellos de canas en su cabello azabache. No me quedó de otra que asentir en silencio y sonreírle para tranquilizarla. Funcionó. Me pellizcó una mejilla y se encaminó a la puerta.

—El desayuno está abajo —anunció antes de salir.

Volteé a verme al espejo cuerpo completo que estaba colgado en la pared. Ya la habitación estaba más ordenada; las cajas se habían ido ático y todas mis pertenencias estaban acomodadas. Me permití decorar un poco la fea habitación, colocando mis afiches de surf en las paredes, unas que otras figuras de acción en las repisas y mis discos de música más preciados. Mi guitarra seguía en un rincón, sin ser tocada en lo absoluto, y junto a ella estaba colocada mi tabla de surf como una reliquia, una que esperaba usar lo más pronto posible. Pero sabía que eso no se iba a poder por ahora.

Al verme de inmediato llevé mis dedos hacia mis cabellos, deshice el peinado de libro abierto que mi madre me había hecho y dejé que mi flequillo cayera en mi frente como lo usaba normalmente. Luego vi mi reflejo completo y suspiré. Me veía bien, sí, solo que me sentía extraño. Quizás era por el uniforme, pensé. Esperaba que la sensación se disipara con el pasar de los días, aunque sabía que eso sería un poco difícil.

Memories of Winter - KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora