10. Próxima vez.

111 17 9
                                    

Hombro junto a hombro, nuestros pies daban cortos pasos siendo marcados en el lodo del sendero; nuestros dientes castañeaban por el frío, y ambas miradas admiraban el suelo bajo nosotros.

Caminábamos lado a lado, en silencio, escuchando el goteo golpear la sombrilla. Cada vez era menos, pues parecía que los árboles creaban un inmenso toldo sobre nosotros conforme avanzábamos. Esto producto de las frondosas ramas que se unían a otras, entrelazando sus hojas para no dejar entrar ni salir nada más que viento y niebla. A este punto podría no ser necesaria la sombrilla, pero ninguno la apartó. Era, probablemente, la excusa perfecta para nuestra cercanía. Aunque en ese momento no estaba consciente de ello.

—¿Qué tal es vivir en la cabaña? —Kyungsoo fue el primero en hablar. Su voz era suave, algo tímida. Probablemente no estaba seguro de si yo quería entablar una conversación. Decidí, solo por esta vez, no ser tan odioso.

—Pues, es vieja —respondí.

¿Qué? Dije no "tan" odioso. Es decir, podía serlo un poco.

Kyungsoo soltó una pequeña risa.

—Oh, no lo es tanto —admitió—. Solo le falta algo de amor y calor familiar.

Yo bufé ante esta respuesta.

—Dudo que sea algo que yo pudiera dar —susurré. Una rama crujió bajo mi pie. Hice una mueca. Kyungsoo estaba viéndome mientras se mordía el pulgar.

—¿Te puedo contar la historia de esa cabaña? —preguntó. Ante esto alcé la mirada. Aún quedaba camino, así que sin importar lo que yo respondiera, seguro terminaría contándola.

—Puedes —accedí.

—Antes la cabaña pertenecía a nosotros —comenzó—. Toda la granja era de mis abuelos, los padres de mi padre. Al quedar embarazada mi madre de mí, mis abuelos nos obsequiaron la cabaña. Nací y crecí ahí, y la verdad es que la amaba —sonrió con un deje de nostalgia—. Luego murieron mis abuelos, cuando yo tenía trece. Primero falleció mi abuela y seguidamente mi abuelo. Así que mi padre recibió su herencia, la granja, y nos mudamos a la casa principal. A pesar de esto, la cabaña seguía siendo mi lugar seguro. Le tengo mucho cariño. Solía escaparme para limpiarla y leer mis libros en la habitación de arriba, la que tiene la ventana al bosque.

—¿Entonces ese libro que estaba en el piso... es tuyo? —le pregunté. Ahora tenía mucho sentido.

—¿Dejé un libro? Oh, por dios. No me había dado cuenta —se cubrió las mejillas, un poco avergonzado—. El día que supe que la cabaña sería cedida fue cuando los vi a ustedes. No me dio tiempo de sacar nada.

—Ni de limpiar, por lo visto —hice una mueca. Kyungsoo se sonrojó un poco más, pero aun así se carcajeó. Su risa era bastante ligera y, podría decir, contagiosa. De inmediato reí un poco también, en contra de mi voluntad.

—Y bien, ¿qué libro dejé?

—Ah, fue el jardín secreto. Lo tengo en mi mochila —señalé—. He estado leyéndolo desde que lo encontré. Ya pasé tu marca páginas.

—Wow —silbó—. Ahora entiendo porque no lo encontraba en mi biblioteca. Debí dejarlo caer cuando corrí hacia casa.

—¿Por qué tendrías que correr? —me atreví a preguntar.

—Porque mis padres no sabían que me metía en la cabaña —admitió—. Era como mi escondite.

—Bueno, siento haberte quitado tu refugio. Tu sala de lectura ahora es mi habitación. Pésima vista, por cierto.

Kyungsoo no se sintió mal por ello. Al contrario, volvió a carcajearse dulcemente. Esto me hizo voltear a verlo con ojos compasivos, y una media sonrisa adornaba mi cara. Era la primera conversación larga que teníamos, y era la primera vez que me contaba algo acerca de él. Eso me hizo pensar que me pediría contarle algo sobre mí, pero no fue el caso. Sabía que él era lo suficientemente paciente para esperar que le contara algo por mi propia voluntad. Así que me conformé con eso.

Memories of Winter - KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora