El corazón se aviva

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Una cucharada de azúcar y un ligero chorro de leche condensada sobre un café caliente. Ondas de un marrón claro se formaron en el núcleo de la superficie oscura, y finalmente se rompieron, para mezclarse en un torbellino beige contra el borde de cerámica. No demasiado rápido, como para saborear el delicado aroma. Detalles pequeños que hacían parte quintaesencial de una rutina diaria. En ocasiones cuando el trabajo parecía interminable, Ichika siempre podía contar con el rico sabor de un café para llegar al final del día. Aunque ya se había acostumbrado al sabor y aroma que disfrutaba durante sus muy necesarios días de descanso fuera del trabajo. A veces, lo disfrutaba con algo extra en la forma de crema batida, o polvo de chocolate. El calor se apoderaba de ella. Envuelta en un cómodo chal, se inclinó contra los suaves cojines de su sofá en la sala, dejando salir un ligero suspiro.

- Estás durmiendo mucho más de lo usual. No estás esforzándote demasiado, ¿verdad, Ichika? – Miku tomó un asiento junto a ella, cargando su propia taza de té de matcha caliente.

- ¿Yo? – Ichika estiró los brazos. – No, yo diría que no. El trabajo sigue siendo trabajo, después de todo. Solo me alegra estar de vuelta en casa.

- Se siente como si las últimas semanas te la has pasado yendo de ida y vuelta de este lugar. Sabes, realmente se siente muy callado cuando te vas. Ese último viaje a Shiga fue quizás el más largo que hayas hecho.

- No tienes que recordarme... – gruñó Ichika. – Fue una pesadilla de horario de principio a fin. La directora tuvo suerte que termináramos a tiempo. – Echó atrás su cabeza, dejando que su cabello rosa se deslizara sin cuidado alguno tras sus orejas. – Fue demasiado ajetreo. Apenas tuve tiempo de visitar la ciudad, o de hablar con todas ustedes y Fuutarou-kun. Pensé que no podría volver a relajarme después de eso. – Echó una mirada a la mesa detrás de ellas. – Aunque, hablando de no relajarse, ¿qué están haciendo esas dos por allá? ¿Han estado así toda la mañana?

Miku asintió. – Se la han pasado sentadas allí, refrescando la página prácticamente cada cinco minutos. Deben estar muy impacientes.

Sentadas en la mesa se encontraban Itsuki y Nino, cada una a un lado de una laptop. Tenían los cejos fruncidos y los nudillos apretados contra las mejillas, murmurando ruiditos de fastidio tras otro click en el teclado y el ratón.

- ¡Eso es fácil para ti decirlo, Miku! – gritó Nino desde el otro lado de la sala. – ¡Tú estuviste allí para la premier de la película de Ichika, hace tres semanas! Si tan solo Itsuki y yo no estuviéramos tan ocupados con la escuela. Nunca nos perdíamos ninguna de las películas de Ichika...

- ¿Refrescando la página...? Oh, ¿acaso ya se levantó el embargo de reseñas hoy? – Ichika tomó otro sorbo de su café. – Casi me olvidaba.

- Sí, así es, ¿y cómo puedes estar tan despreocupada con eso, Ichika? – respondió Itsuki, clickeando otra vez en la página. – Diablos. Todavía no hay nada... ¿Por qué se tardan tanto?

- Yo ya aprendí a no preocuparme mucho por ese tipo de cosas. Quiero decir, no es que me pueda ofender si a una película en la que estuve no le fue bien con los críticos. Yo no soy la directora ni nada, y muchas en las que he estado han tenido reseñas bastante desfavorables. Pero ya saben cómo es, las actrices deben comenzar en alguna parte.

- ¡Pero este ha sido tu papel más grande hasta ahora! ¡Primera vez que tienes tanto tiempo de pantalla! – replicó Itsuki. – Ninguno de tus otros papeles pequeños se puede siquiera comparar con esto. ¿No estás al menos un poco preocupada?

- Solo está haciéndose la humilde de nuevo. – Nino cruzó los brazos de nuevo. – Yotsuba no podía cerrar la boca al menos por una semana entera. No dejaba de parlotear sobre la película, y aunque le dije explícitamente, todavía se fue de lengua con ese...

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