Los pepinillos

2.9K 215 7
                                    

Manny y yo nos encontrábamos sentados en la mesa de la cocina mientras Jay nos preparaba un sándwich para cado uno, yo leía tranquilamente uno de mis obras favoritas de Gabriel García Márquez y Manny por su parte el New Yorker.

—Oh New Yorker lo hiciste otra vez—. Dijo mi primo riendo.

—¿De qué te ríes?—. Le pregunté curiosa.

—Miren esta caricatura—.

—Si es un perro parlante no quiero ver nada—. Mencionó Jay y nos asentó nuestros sandwiches en la mesa.

—¿Tiene pepinillos?—. Al ver el sándwich gigante lo abrí algo asqueada y descubrí que era lo que tenía.

—Si y me esforcé mucho para hacerlo, ahora pruébalo—.

—No comeré esto. No nos gustan los pepinillos, los frascos de esas cosas parecen pantanos—. Dijo Manny con asco.

—No sé cómo pueden comer estar cosas—. Agregué viendo de cerca a las cosas verdes.

—¿Qué pasa aquí?—. Mi tía preguntó al entrar a la cocina.

—No quieren comerse sus sandwiches—.

—Obvio no, tienen pepinillos y son desagradables. Joe está dormido, iré a la tintorería—. Mi tía habló.

—Si pasas por el restaurante...—. Manny fue interrumpido.

—No irá. No conozco a alguien que no le gusten los pepinillos—. Jay se quejó.

—Felicidades, acabas de conocer a dos—. Le hablé con una sonrisa burlona.

—Me haré un sándwich de queso fundido—. Manny se puso de pie y caminó a las cocina.

—¿Me harías uno?—. Le pregunté amablemente y él asintió.

—No, los dos sentados. Ser quisquillosos con la comida no les ayudará en nada—.

—¿Y qué beneficio nos trae comer de ese pantano?—. Me referí al frasco.

—Se quedarán sentados ahí hasta que los prueben—. Ordenó Jay.

—Abusas de tu autoridad—. Mi primo se quejó.

—Así es—. Jay metió un pepinillo a su boca y le dió un mordisco.

—No comeremos esto—. Reproché.

—Entonces se quedarán aquí todo el día—.

Jay nos dió un plato a cada uno con un pepinillo. Manny y yo los seguimos mirando con asco y no tuvimos otra opción que quedarnos sentados ahí. Luego de casi una hora mi tía Gloria volvió a la casa después de hacer sus mandados.

—Ya estoy en casa—. Nos saludó.

—Hola tía—.

—Hola mamá—.

—¿Por qué están sentados frente a un pepinillo?—. Nos preguntó.

—No podemos irnos si no lo probamos—. Mi primo habló.

—Llevamos una hora aquí, es un castigo—. Me quejé.

—¿Por qué los torturas así Jay?—.

—Es una buena manera de educarlos, lo probarán y les gustará—. Argumentó Jay.

—No te agradeceré en mi tesis—. Le hablé molesta.

—Pero mira quién habla, jamás probaste la moronga de mi madre—. Mi tía se acercó a Jay para regañarlo.

—Es asquerosa—.

—Nunca lo probaste, ¿cómo lo vas a saber?—. Le pregunté sonriendo triunfante. Quizás probaría un pepinillo pero Jay también sufriría.

Modern family  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora