Coincidencias _Cap5

32 3 2
                                    

Doble actualización

13 de mayo 1970

Santiago

Mi llegada a Caquetá no tuvo muchas complicaciones.El viaje por carretera fue bastante cansado, pero la ansiedad por el inicio de la investigación era mayor. Los ataques por parte de los grupos subversivos habían empezado a intensificarse y por tal motivo, mis superiores determinaron que era demasiado peligroso mi traslado a los territorios de pie de Monte, así que Paujil terminó por ser mi destino, pero eso al contrario de desmotivarme lo único que me producía era mucha más intriga.
Tenía en mis manos la oportunidad precisa para exponer lo que desde hace cinco años venía sufriendo la región. Algunos medios con anterioridad habían intentado presentar el caso, pero terminaron abandonando tales reportajes por las amenazas que habían recibido los encargados.

Aún así, estábamos dispuestos a correr dichos riesgos. Éramos un medio escrito y aunque podíamos lanzar la noticia bajo un seudónimo desligandonos de todo, el hacerlo de ese modo conllevaba a una amenaza directa a los dueños del diario para el que trabajabamos. Por tal motivo, habíamos planeado lanzar un dominical sin editorial, con pruebas contundentes, a un costo menor e impreso sin el aval de nadie y bajo un seudónimo que no diera indicio de nuestras identidades.

Teníamos cada paso estudiado, así como un código de metáforas para no levantar sospechas. Nada podía salirnos mal, o al menos eso era lo que creíamos los primeros días de estancia en Paujil.

-En la Fraguita, agarraron a nueve, habían  mujeres y niños, ¡Ya ni siquiera eso respetan!
-El pueblo nunca les ha importado,ni a ellos ni al gobierno,pero meterse con los más débiles ya es un acto de cobardía mayor.
Escuché a dos hombres conversando en la portería de mi nuevo lugar de residencia.Sus expresiones de enojo y miedo eran mi mayor confirmación de que su conversación estaba relacionada a los recientes ataques terroristas, de los cuáles no teníamos información concisa.
Su tono confidencial y desconfiado me hizo consciente de un punto que no tenía contemplado, debía ganarme su confianza, para así poder ser su voz de auxilio.
-Lo mejor será que no sepan el verdadero motivo de mi visita, acordé en mi mente. Ponerme a la vista de los infiltrados no era una opción.

Hice ruido con mis pasos para ponerlos en sobreaviso, y de manera amable los saludé.
-Buenos días, dije despreocupado.
Me estudiaron apresuradamente y me devolvieron el gesto, esperando una respuesta por mi parte , ya que me había detenido  interrumpiendo su conversación.
-Estoy de visita en la ciudad y me gustaría saber si me pueden recomendar un lugar para desayunar, traté de sonar lo menos ansioso posible.
-Claro, me respondió uno de ellos.- Mi familia tiene un pequeño restaurante a dos cuadras de acá, por la plaza de la ciudad. Si gusta, lo guió hasta allá.
Esta era mi oportunidad, pensé para mi.
-Se lo agradecería mucho, respondí tranquilo,ocultando mi curiosidad por entablar una conversación.
Asintió de acuerdo y me guió.

Ya en el lugar, traté de actuar con cautela y fingir poco interés por interactuar deliberadamente con las personas.Pedí un tinto, unas arepas y compré un periódico como distracción.
Dejé un aviso en portería para mi compañero que había salido a caminar  así que mientras lo esperaba observaría cómo era la vida común en esta pequeña localidad.

El periódico no decía mucho, pero una sesión del mismo me trajo recuerdos que desde que salí de Bogotá había decidido olvidar.
Edictos Matrimoniales, se podía leer con claridad en el recuadro inferior de una de las hojas. -Adriana, me recordó mi memoria, y una opresión en el pecho apareció con el pensamiento.
Mi mujer, mi ahora ex novia, a la cuál había decepcionado eligiendo mi trabajo por encima de lo nuestro. Suspiré para dejar ir mi pena , pero no fue suficiente, al sentir como mis ojos se humedecían.
No me justificaba , pero tampoco me arrepentía.De la misma manera cómo ella decidió no esperarme, yo no podía no perseguir mis propósitos de vida.
Perder el amor como pago de salvar vidas, no me parecía tan atroz, a pesar del dolor que sentía por dejarla atrás.
-Tal vez no era tu verdadero amor, recordé las palabras de mi madre.
Ella le tenía aprecio a Adriana, y hasta se enojó conmigo por mi elección, pero luego me consoló diciendo que si mi corazón ya había decidido de ese modo no podía hacer nada al respecto. Que en parte me entendía, que tal vez le estaba haciendo un favor a ella, pues si no podíamos acordar algo siendo solo novios, peor sería siendo esposos.Y  condenarnos a un matrimonio lleno de reproches era ir directo al fracaso.

Amor sin límite de tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora