Dreaming with you《JongSang》

Capítulo 14, Del encuentro a la duda y de la duda sigue la tormenta

San había decidido comentarle por encima a su Hyung sobre el comportamiento tan inquietante de Yunho, lo hizo muy por encima ya que quería hablarlo bien con Jongho presente, por lo que propuso quedar entre ellos tres solos para ver como podían averiguar lo que le pasaba a su amigo.

Habían quedado en un parque, en el centro de la ciudad, el clima últimamente estaba muy frío, los noticieros decían que se acercaba una especie de temporal con temperaturas bajas y precipitaciones altas, que afectaría a la mayor parte de Corea del Sur.

- Bien, entonces lo que me decís es que casi no habla, está mirando a la nada casi todo el rato y parece ido...-contextualizó el mayor procesando todo lo dicho por los menores.

- ¡Sí!, es como si estuviera pensando en muchas cosas a la vez, como si no acabara de procesar algo...No lo sé Hyung esta muy raro, él no es así, siempre habla y está atento a las conversaciones, hemos intentado preguntarle sin presionarle, pero ni dejándole su espacio dice nada, es preocupante- dijo San algo angustiado .

- Sí, y además de ello noto algo de preocupación, creo que hay algo que le angustia, puedo equivocarme pero no lo sé, es tan extraño, sus gestos y su mirada muestran a un Yunho muy diferente- añadió Jongho.

- Ya lo veo, por lo que me contáis, es grave y me preocupa bastante, espero no sea algo demasiado malo, tal vez si estamos todos podría contarlo más cómodo que estando en el instituto sabéis, en otro ambiente- sugirió Seonghwa.

- Es cierto tal vez es eso, hay mucha chusma en la escuela también- afirmó el pelinegro.

- Esta bien, pero... ¿Cuándo quedamos con él? ¿aceptará?- dudó el pelirrojo.

- Seguro, el siempre se apunta y si pasa algo en su casa creo que lo que menos querrá es estar allí dentro- afirmó Park.

- Cierto, el caso es que hay que hacerle ver que sea lo que sea que esté sucediendo, no está solo- dijo San.

- Exacto...¿Nos podemos ir a otro sitio más calentito?, tengo un frío de cojones- pidió el de cabello rojo.

Los dos mayores asintieron, al igual muertos de frío, para dirigirse hacia una cafetería cercana, allí hablarían mejor para organizarlo todo.

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Jongho se dirigía hasta su casa para poder cambiarse el uniforme del instituto y ponerse el uniforme de la cafetería, hoy no iría a la floristería. Había acordado con SeoHo que iría un día sí y un día no, el mayor había aceptado sin problema, solo quedaba convencer al dueño de la cafetería para que lo dejara trabajar en ese horario, estaba convencido de que le recortaría un tanto el sueldo por ello, pero mientras no se pasara lo aceptaba.

Por el camino, fue preguntándose dónde se encontraría su madre, se había despertado en la madrugada para buscarla por los sitios que frecuentaba, es decir, los peores barrios de todo Seúl. Donde podías encontrar todo tipo de negocios turbios, como prostíbulos, los puntos de venta de drogas y garitos de mala muerte donde solo abundaban borrachos y delincuentes con la condicional, totalmente la peor zona, la cual lastimosamente ya era conocida para Choi.

El pelirrojo ya había andado por esos sitios desde corta edad, jamás le gustaron, ni un pelo, también le había costado algunas veces su propia seguridad, arriesgando en ciertas ocasiones su vida para transitarlos en busca de su madre y llevarla a casa, tarea la cual no era nada sencilla.

Siempre llevaba consigo una navaja, por si podía serle útil en defensa propia por esos barrios.

Extrañamente había sido una madrugada muy tranquila, era un tanto inquietante ya que a esa hora estaban más activos los trapicheos y ajustes de cuenta, pero solo se encontró con prostitutas que ofrecían su servicio a cualquiera que pasara, incluso a él mismo, lo cual rechazaba muy educadamente. A veces, daba dinero a esas mujeres por si les podía servir de algo, "pobres", pensaba Choi. Sabía perfectamente que algunas se daban a esa vida por propia voluntad cuando no les quedaba de otra, las oportunidades de trabajo no eran siempre las mejores, y si querían mantenerse a sí mismas o a sus familias, no veían otra salida. Otras eran impuestas en el oficio en contra de su voluntad, como las víctimas de trata de blancas, sentía pena por ellas, y deseaba que ojalá no les pasara nada malo a ninguna, fuera la que fuera la situación.