XVII. Lo que ya era obvio

773 166 11
                                    

— ¡No puede pretender que hagamos algo como eso!

—Es inaudito.

—Perderíamos todo.

—Al emperador no le importa si es así. Quiere que paren con el comercio de esclavos. Es una práctica barbárica que debe erradicarse y se les ha dado tiempo de sobra para que reinventen sus negocios para no tener pérdidas—enuncia Namjoon. Agust se mantiene con la mejilla apoyada en sus nudillos—. Les dará plazo de un mes para detenerse y-

— ¡No haremos tal cosa! —reclama un noble de mucho dinero y poder en la ciudad. Agust continúa con su gesto de aburrimiento. Por no decir que Namjoon lo disgusta que se atreviera a interrumpirlo—. ¡Son esclavos nipones! ¡Son peor que escoria! ¡Igual que animales!

—No hay mayor diferencia entre vender una burra y vender a una japonesa. Ambas harán lo que su comprador quiera así sea a latigazos—repone con asco otro. Siendo tres que se dedican al mismo negocio y están asociados entre sí—. Su majestad Agust, no puede esperar que dejemos lo que es nuestra principal fuente de ingreso.

—Igual a vender chinos que vienen a invadirnos. Se aprovechan de nuestra hospitalidad.

—Es-

—Un-mes. —Es lo único que dice Agust. Deja en claro que no le importa cuánto reclamen, cuanto se quejen, cuanto hablen. Van a hacer lo que tiene pactado y se acabó.

No le importa. Desde el principio decidió que se deje la trata de esclavos. No cree que deba haber esclavos para empezar. Menos con los acuerdos a los que llegó con el emperador de China y el emperador de Japón. Sin esclavitud y secuestro de coreanos a cambio de no hacer lo mismo.

Los japoneses han dejado de llevarse médicos, artesanos y carpinteros a Japón; igual que los chinos han dejado de amenazar a los pueblos fronterizos. Si no cumple con su parte, van a empezar una guerra nueva. Ya fue suficiente con una de siete años. El tema es que los nobles no parecen entender algo tan sencillo como eso.

—Su padre no antepondría le bienestar de los coreanos, de los habitantes de esta nación, por los de quienes causaron la muerte de la emperatriz Haneul—afirma uno de ellos. Agust no varía de expresión—. Usted aun es joven, tal como su consejero, pero considero que debería estudiar mejor el tiempo de su padre como emperador ya prender de él para comprender que-

—Nokssek lady.

La dragona surge, lanzándose hacia el hombre. Namjoon observa sin decir nada. Sin ningún ademan. Asco, molestia, satisfacción, sencilla indiferencia. Tal como el emperador. El hombre grita y ruega en el suelo. La dragona de cuerpo verde le muerde y arranca los brazos de un solo tirón, apartándose de él y dejando los dos miembros convertidos en jade. Cada uno frente al par restante que se había echado atrás del miedo.

—Les ofrezco esto para solventar los gastos que significará los primeros dos años de parar su negocio. Pueden iniciar una academia de kisaeng o emplear a las personas que tienen aún presas para que sean útiles—explica Agust levantado de su sitio. Avanza lentamente hacia ellos. Es más bajo, pero ellos se sienten diminutos. Agust pisa y pasa por encima de quién sigue gritando y llorando. La tela de su vestimenta arrastra la sangre del suelo, deja un largo y oscuro camino carmesí—. O pueden morir ahora, morir por desobedecerme a largo plazo... Todos tienen hijos, ellos heredarán y sabrán que hacer.

—Ma-majes-

Agust espera la respuesta. El par asustado y aterrorizado de la mirada verdosa del emperador. La cicatriz en su rostro que lo ayuda a lucir incluso más amenazante. La dragona de patas musculosas se acerca a paso lento, sus bigotes en un ondeo leve y el pelaje de su hocico manchado con sangre junto a sus colmillos expuestos. La pupila de sus ojos contraída en una delgada línea.

Jade Princes | Yoonseok/YoonKook || BOOK 1#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora