XX. Usar lo poco que sabe

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— ¿Se siente mejor?

Agust no demuestra la sorpresa que le genera ver a Hoseok. El kisaeng no tiene permiso de entrar al comedor al mismo tiempo que él. A menos que así se le pida que lo haga. El bailarín luce genuina preocupación en su rostro. Agust no le responde, como siempre. El Kisaeng frunce los labios, aprieta las manos y se muestra nervioso.

—Lamento venir aquí sin permiso, pero después de lo que sucedió ayer estoy preocupado por usted—dice Hoseok para aclarar—. ¿Se encuentra bien? —Repite la pregunta.

—Fue solo un mal sueño. —responde Agust. Corto y como si eso hablara más allá de que eso justificó la reacción.

No es así. Hoseok también ha tenido pesadillas y jamás se ha puesto así de mal. No sabe que fue lo que Agust soñó, que lo pudo orillar hasta un ataque de pánico y quedarse entre espinas de jade todo el día y toda la noche. Sabe que hay algo malo con él y le gustaría poder ayudarlo a resolverlo.

—Pensé que tal vez podríamos pasear un rato a caballo. Recién acabé mis lecciones y creo que se me da bien. Creo que estar tanto tiempo aquí metido podría estar haciéndole daño, mi señor. —Ofrece tímido con una sonrisa suave. Agust baja la mirada y se da cuenta de que tiene una venda en la mano. Hoseok la mira y ríe nervioso—. Estaba experimentando con el amo Namjoon hace unos días y bueno, está ropa me gustó, pero aún no sana. —cuenta y levanta la mano.

Agust estira el brazo. Toma a Hoseok de la muñeca. Hoseok se siente más nervioso de lo usual. Los dedos de Agust lucen fatal: totalmente comida la comisura y costras por haberse sacado sangre. Sufre un escalofrío cuando Agust le da un beso en la palma de la mano. Por encima de la venda.

Hoseok enrojece y lleva la mano a su pecho. Conmocionado, conmovido y nervioso. Agust asiente con la cabeza nada más.

— ¿Eso sanará? —Agust lleva una mano a su cara. El lado derecho, donde reposa la cicatriz y se ve brillante. Similar a la textura y forma de un cristal. Mejor dicho, el jade que surgió ahí y permanece a diferencia del resto de su rostro.

—Tarda unos días... quédate aquí.

Toma lugar y lo acompaña mientras come.

~ * * * ~

—Las mandarinas son para ti, no hace falta que las tomes como si las vas a robar.

— ¿Y las botellas de allá...?

—También son para ti. Una recompensa por tu progreso.

— No soy un puto perro para necesitar que me premien. —rechista con mal humor. Jungkook ríe por la nariz, acariciando la cabeza de un par que mueve la cola y son empujados para recibir mimos también.

—No, mis perros hacen más caso y tienen más clase que tú—afirma Jungkook confiado. Yoongi estira los labios. Eso es reconfortante Kurimjanie lanza una rama y todos los perros corren tras ella—, pero también es natural en los humanos. Haces algo bien, obtienes un premio. Así somos condicionados.

—Una mierda.

—No hagas que me arrepienta del licor.

A pesar de que Jungkook dura horas con su trabajo, lo único que Yoongi hace es emborracharse mientras come felizmente las mandarinas del tazón que trajeron. Yoongi mira Jungkook por un rato. Es alguien atractivo. Aunque el cabello suelto le luce mejor que el sangtu. Ha probado miles de formas de tomarlo desprevenido. Ni siquiera cuando duerme se vuelve totalmente tangible.

Lo único que le viene a la mente es una alternativa poco agradable. Juega con el trozo de mandarina en la boca y hace que Jungkook lo mire. Piensa que está borracho, es la única alternativa por la que lo ve hacer tantas muecas raras y pensar en voz alta. Así sean balbuceos fastidiosos.

Jade Princes | Yoonseok/YoonKook || BOOK 1#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora