El aroma a café recién hecho se mete por mis fosas nasales haciéndome abrir los ojos al instante, veo a Emiliano acercarse con una bandeja para desayunar.
—Creo que me está gustando la vida de casada—bromeo y me extiende la taza de café, le doy un sorbo y me siento en las nubes—eres el Dios del café, solo por eso me case contigo—me mira con cara de ofendido.
—Calla y come, necesito que recuperes energías—ordena mientras se quita la ropa, lo miro casi babeando, nota mis ojos lujuriosos sobre su cuerpo y se le dibuja una sonrisa de medio lado—no te emociones que no haremos lo que está pensando tu sucia cabecita—hago un puchero involuntario —vamos a salir, desde que nació Emi no lo hacemos y ya que tuvimos que posponer la luna de miel creo que debemos aprovechar.
Suspiro con fuerza.
—Pospusiste—corrijo—eres tú el que no quería dejar la clínica por tantos días.
—No seas injusta, sabes que estamos teniendo problemas con el personal y hay pocos doctores disponibles.
—Lo sé—digo sin ánimo.
No puedo quejarme, siempre supe que mi doctor era un hombre con mucha vocación, jamás me interpondría entre él y su carrera.
Se acerca y me besa en los labios, acaricio su pecho y pasa su mano por mi cintura pegándome a su cuerpo.
—Pensé que no haríamos lo que mi cabecita sucia quería.
—Acabo de cambiar de opinión—levanta la bandeja de la cama y la coloca en el suelo, luego se posiciona frente a mí y me da un leve empujón haciendo que quede completamente acostada, entonces se trepa a horcajadas sobre mí y me sujeta las manos por encima de la cabeza.
Relamo mis labios y niega con la cabeza.
—Te voy a castigar—jadeo ante su amenaza.
—¿Qué hice?
—Obligarme a retrasar nuestro día.
—Pero...—me besa con ferocidad y lo disfruto victoriosa.
(...)
Sujeto mi tabla de lado y corro junto a Emiliano al mar, hizo bien sus investigaciones (seguro que Elenna lo ayudo), me trajo a la playa donde yo solía surfear, aquí le perdí el miedo al mar.
Nadamos hasta lo más profundo y nos quedamos sobre las tablas cazando la próxima ola, se comienza a formar una realmente buena y me pongo en posición, Emiliano me imita y vamos los dos tras la ola, la adrenalina corre a mil por hora, y amo la sensación de rozar con mis dedos el agua. Salimos del rompeolas y volvemos a nuestra posición inicial, él se peina su cabello de una forma tan sexy, sus pectorales se marcan de una manera que me provoca lanzarme a sus brazos.
—Has mejorado, pero no eres mejor que yo—me burlo, y me da la espalda—no seas mal perdedor—lo molesto y busco acercarme, entonces cae de la tabla y me lanzó sin pensarlo al mar para sacarlo.
Lo sujeto de mi hombro y le doy leves palmadas en la cara para que reaccione.
—¡Emiliano mírame! — chillo, me hundo un poco tratando de mantenerlo a flote, me ayudo de la tabla para no terminar totalmente sumergida por el peso.
—¡Alguien que me ayude! —grito con fuerza, pero no hay nadie cerca y estamos lejos de la orilla—por favor, amor, despierta—pataleo con fuerza para mantenernos a flote, pero me hundo por instantes.
Me comienzo a desesperar hasta que por fin lo veo abrir los ojos y respiro aliviada.
—¿Estás bien? —le sujeto el mentó para obligarlo a enfocar su mirada en mí.
ESTÁS LEYENDO
Lo que Aprendí de Ti
RomanceBianca y Emiliano se preparan para iniciar una nueva vida juntos, siendo un terreno desconocido para ambos, se proponen aprender uno del otro, se mudan a Miami en búsqueda de darle un ambiente de mayor tranquilidad a su pequeña Emille, todo parece...