Capítulo III

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Emiliano Russo

La mirada de Elenna me indica que algo está mal, no me muevo de mi puesto y espero a que Bianca lleve a Emi adentro, en cuanto lo hace camino en dirección al jardín. Ella me sigue.

—¡Esto tiene que acabar ahora!—susurra Elenna tratando de no subir la voz—Bianca me contó lo de la playa, ¿Acaso te quieres morir antes?

—Auch—suelto sarcástico y ella suaviza su expresión.

—Perdón, no quise insinuar nada, solo que estoy frustrada, odio guardarle secretos a Bianca y también a Daniel—resopla y enciende un cigarro, jamás la había visto fumar—él presiente que le oculto algo y como no le dije nada, se fue, me estás arrastrando contigo Emiliano—le da una buena calada y luego expulsa el humo.

—¡Lo siento Elenna!—admito con total sinceridad —jamás fue mi intención involucrarte, nunca pensé estar envuelto en esta mierda.

—Ella tiene que saber, te ayudará a superarlo—me anima y niego con la cabeza— ¡Eres muy terco!

—Se merece un tiempo de paz, así sea un par de meses, solo quiero hacerla feliz, antes que sepa que puedo morir.

—¿Y mientras tanto no inicias ningún tratamiento? —grita— esas pastillas no te darán mucho tiempo, si no empiezas ya con la radio o con la quimioterapia podría ser muy tarde para salvarte.

—Conozco los riesgos, y estoy dispuesto a correrlos—asevero sin que me tiemble la voz.

—Tal vez tú estás dispuesto, pero yo no—informa y comienza a caminar hacia la casa, la sujeto del brazo y la devuelvo a su posición—No cargaré en mi conciencia tu muerte, no seré parte de esto.

Me odio por lo que haré, pero sé que es la única manera de convencer a Elenna de que desista de su idea de contarle a Bianca.

—Bianca fue abusada cuando era una niña—suelto en un murmullo y veo como su rostro se transforma, sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas mientras niega con la cabeza—en aquella conversación que tuvimos por teléfono me preguntaste quien la había herido, no me correspondía decírtelo, igual que no me corresponde hacerlo ahora, pero necesito que entiendas porque estoy haciendo esto.

—¿Quién fue? —musita en un hilo de voz.

—El que hacia el aseo en el colegio—zanje con ira, no quería hablar más del tema, solo imaginar a alguien lastimando a una pequeña me causa repulsión, esas personas deberían ser exterminadas.

—No puede ser—dijo y se tapó la boca para ahogar un grito.

—Lamento contártelo Elenna, solo quiero que me des más tiempo.

Ella aun no sale del stock, parece organizar las ideas en su cabeza antes de hablar, se limpia las lágrimas y me mira fijo a los ojos.

—Tienes un mes—advirtió tajante.

—Es muy poco.

—Es todo lo que te daré—sube la voz—Entiendo que mi hermana haya sufrido, y no tienes idea de cuanto me duele, pero si algo te pasa ella no me lo perdonaría, y yo tampoco, piensa en tu hija.

Se que tiene razón así que asiento con la cabeza, un mes y le contaré.

Escucho el llanto de Emille y enseguida nos ponemos alerta, al voltear hacia la casa, esta Bianca mirándonos confundida.

Cruzo miradas con Elenna y me muevo en dirección a Bianca.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué se pelean? —pregunta confundida.

Lo que Aprendí de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora