Capítulo XX

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Emiliano Russo

—Te lo diré de manera sutil: eres un idiota—dice Alejandro mientras acomoda a Emi en su cuna luego de arrullarla hasta hacerla dormir.

—¿También me atacaras sin antes escucharme? —resoplo molesto.

—Estoy muy seguro de que tienes una buena explicación, pero eso no quita que seas un idiota por no contarle antes a Bianca. Todo esto te lo pudiste ahorrar con una simple charla.

—¿En que momento se lo contaba? No habían pasado ni veinticuatro horas desde que paso. Y mi atención estaba focalizada en que mi hija se recuperará.

—Sé sincero, ¿realmente le ibas a contar? —pregunta viéndome directo a los ojos—no me mientas porque lo sabre.

—No. —Admito luego de un extenso silencio—no quería contarle, por lo menos no ahora. Las cosas han estado raras con Bianca. No quería generar un nuevo problema.

—¿Raras por qué? Pensé que estaban bien. Aunque hace rato que no converso a profundidad con ella.

—Allí esta uno de los problemas. Ella ha estado mintiéndome, y no sé la razón. No quiero hacerme mente ni pensar mal, pero todo ha sido un poco desconcertante.

—¿Qué te hace pensar que te esta mintiendo? —pregunta arrugando la frente, él sabe tan bien como yo que Bianca no miente.

—El otro día me dijo que la habías llamado, y no era así. Entonces ¿con quien hablaba y por qué tendría que ocultármelo? Hace unos días salió muy temprano de la casa, me dijo que estaba surfeando en el lugar de siempre y cuando llegue no estaba— Alejandro queda pensativo.

—¿La confrontaste?

—Aun no, creo que estaba esperando el momento más oportuno.

—¿Eso o no querías enfrentar la respuesta?

—Deja de psicoanalizarme—suelto y me pongo de pie. Esa podría ser la razón de fondo. Me asusta lo que me pueda decir Bianca. No hago más que imaginarme lo peor. No quiero perderla.

—No te pongas a la defensiva, solo estamos hablando. Tú determinaras cuando estarás listo para preguntarle. Ahora mejor cuéntame qué fue lo que paso con Madison.

—Bien. En cuanto me enteré de que Bianca me estaba mintiendo, hui. Me quede en la clínica todo el día y no regrese a casa en la noche. Hice doble turno y me quedé a hacer guardia, todo con tal de no enfrentarla. No hasta estar calmado y preparado para escuchar lo que tendría para decirme. Entonces me tope con Madison:

—Pareces preocupado— dice Madison tomándome por sorpresa. Mis reflejos estaban lentos, había pasado todo el día en la clínica.

—No es nada. Solo estoy cansado.

—Emiliano, no tienes que mentirme. Puedo notar en tu mirada que algo te atormenta. Cuéntame, para eso estamos los amigos.

Dudé, pero decidí contarle. Esta situación me estaba consumiendo, si no le contaba a alguien explotaría.

—Bianca me mintió, y no sé por qué.

—¿Te engaño con otro?

—No—respondo sin pensarlo—solo me oculto información. Ella no me engañaría. Iría en contra de su forma de ser—aseguro con firmeza. Madison suspira.

—Te sorprendería como puede cambiar una persona cuando se enfrenta al cáncer. Con el tiempo me he dado cuenta de que cada persona reacciona a su manera ante esta enfermedad, a veces pensamos que los más afectados somos los que la padecemos, pero en realidad las personas mas allegadas a nosotros sufren igual o más.

Lo que Aprendí de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora