Capítulo XIX

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Echo en mi maleta blusas, pantalones, vestidos, ropa interior; lo tiro todo adentro sin siquiera preocuparme por doblarlo. Las lágrimas no han cesado desde que salí de la clínica. Emiliano me llamo unas cincuenta veces mientras me seguía en su auto, tuve que contestarle para exigirle que me diese espacio. No quería oír explicaciones. No podía pensar con claridad, para mí todo ya se había ido a la basura.

Un beso. Maldita sea, ¡un beso! ¿él lo quiso? ¿le regreso el beso? ¿siente algo por ella?

Son demasiadas preguntas de las cuales no estoy preparada para oír respuestas.

Emille lloró conmigo en todo el viaje, al llegar tuve que calmarla dándole leche de mi pecho hasta que se quedo dormida. Quise llamar a Elenna, Alejandro, a mamá; a quien fuese, pero me abstuve de hacerlo, una llamada a las tres de la mañana podría espantar a cualquiera, y la verdad no quería, no podía pronunciar en voz alta que Emiliano me había traicionado con Madison. Siento que al decirlo en voz alta se volvería realidad.

Voy al baño y saco mi cepillo de dientes, mis cremas, todo, lo lanzo todo en una bolsa y lo llevo a la maleta.

Busco en el cajón de mi mesita de noche mis pastillas para dormir, las necesitaré para conciliar el sueño y así sacar de mi cabeza la imagen que creó mi mente de Emiliano besándose con Madison. Entre las cosas encuentro la video cámara y se me hace un nudo en el estómago. Nuestro video. Parece que fue hace mucho tiempo cuando las cosas estaban bien. No tenia que estar persiguiendo a Bill, no existía Madison y Emiliano no tenia cáncer. ¿Será que por ley divina no podemos los seres humanos ser felices para siempre?

Me siento un momento en la cama, y pese a que mi cerebro me dice que no veo el video, que eso me hará mas daño, no puedo evitarlo y lo reproduzco:

—Emi, si viste esto, creo que tendremos que pagarte terapia con el tío Ale. Ahora díganos doctor, ¿Qué va a hacer cuando su hija tenga dieciséis años y le pregunte por el sexo?

—¿Dieciséis? Emille no sabrá de sexo hasta sus treinta.

Paro el video con lagrimas corriendo por mis mejillas, tal vez Emi tenga que sufrir la separación de sus padres. Parece que el mundo se empeña en no dejarnos ser felices juntos.

¿En serio le voy a dejar el camino libre a esa mujer?

No, pero tampoco puedo hacer como si nada hubiese pasado. Al final sé que terminaría quebrando lo nuestro. No quiero que mi amor por él se convierta en odio. Tampoco quiero que vivamos en una relación toxica, no sería justo para Emi. Para ninguno.

Tomo mi maleta junto con las cosas de Emille, y me voy. Por primera vez dejo el hogar que he construido con Emiliano, lo dejo con una sensación de vacío en el corazón. La incertidumbre de los días venideros me deja sin aliento. Me he acostumbrado tanto a ser feliz junto a él que solo imaginarme un futuro separados me destroza. Manejo sin rumbo, mi primera opción fue ir a casa de mis padres, esa era la opción más lógica y segura considerando que hay un pedófilo psicópata al acecho, pero llegar a esa casa implica tener que dar infinitas explicaciones. ¿Qué paso? ¿Por qué me fui? ¿Dónde está Emiliano? Mamá se pondrá histérica. Papá furioso. Van a odiarlo y no quiero, porque se bien que en cuanto tengan esa imagen de Emiliano formada en sus cabezas jamás lo van a ver igual, aun cuando yo lo perdone, aun cuando yo lo supere. Siempre les quedará esa espinita de que él me traiciono. Se les caerá la imagen que tiene de él. Y no quiero. No aún. No si aun no decido si lo perdonaré o no.

Luego de rodar casi dos horas sin rumbo, termino entrando en razón y yendo a casa de mis padres. Emille esta delicada de salud, debo pensar en ella antes que en mí.

Lo que Aprendí de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora