3- No, psicóloga

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Segunda clase, día nublado y con hambre, una mierda. No he podido despegarme a Loren ni un momento, la felicidad que me provocaba verla sonreír por mi, pronto se convirtió molestia.

—Tengo que ir por mi amiga.— le dije comenzando a caminar por el pasillo sin esperar una respuesta.

Sentí sus pasos atrás de mi, pero a los segundos pararon. Suspiré y revise mi teléfono, mire el horario de Olivia y comencé a caminar a su salón.

—Corazón.— se colgó de mi cuello y reí.

Camine con ella a mi lado escuchando como ha ido su inicio de día.

—Hoy vas al psicólogo.— dio pequeños brincos en su lugar nerviosa, sonreí un poco metiendo mis manos a las bolsas de mi sudadera.

—Si...— murmure tomando rumbo a la cafetería.

—Oh vamos Eva, sabes que todo va a ir bien.— sonrió con dulzura.

—Es que...— respire hondo y sostuve mi respiración intentando retener mis nervios.— no sé si pueda hablar con alguien que no seas tú.

Confesé sacando todo mi aire, Olivia sonrió y agarró mi mano para darme tranquilidad.

—Imagina que tiene mi cara.— respondió con facilidad y reí.

—Sí yo creo que eso servirá.— me burle y ella rodo los ojos.— ¿quieres algo?

Le pregunté cuando llegamos a la fila para comprar.

—Un capuchino.— respondió y asentí.

No habían tantas personas porque ya habían iniciado las clases. Avanzamos rápido en la fila.

—Un café y un capuchino, porfavor.— pedí y el chico asintió para irse a prepararlos.

Me acerque al lugar donde debía pagar y metí mi tarjeta, pague y me recargue en la barda.

Olivia estaba a unos metros hablando con un chico grande y corpulento, los miré con detenimiento, el chico parecía muy nervioso, casi derritiéndose como un helado por la luz que le irradiaba Olivia. Sonreí y quite mi vista de ellos.

Tan rápido como hice eso una castaña paso a mi lado empujandome.

—Fíjate idiota.— le reclame y me hice a un lado.

—Deja de estorbar, maldita lombriz.— Mi vecina me miró con unas espeluznantes ganas de matarme. Rodé los ojos y trague saliva.

—¿Por qué estás de malas?— le pregunté ocultando mi nerviosismo.

—Me pelee con mi novio de nuevo, maldito neandertal.— habló furiosa casi golpeando mi mano, la mire frunciendo las cejas.

—Ten tu café y tu capuchino.— el chico de hace un rato los dejo frente a mi y le sonreí agradeciendo. Abrí mis brazos en dirección a mi vecina con una gran sonrisa.

—Piérdete Evangeline.— la castaña evito mi abrazo de mala gana. Me reí y le envié un beso.

—Eeeh picarona.— me acerque a Olivia y rodé los ojos.— mejor que se pierda el tonto heterosexual de su novio, nos haría un favor a todos.

Sonreí dándole su café. Le di un trago al mío y comenzamos a caminar a la salida de la cafetería, me separé de ella cuando vi la hora.

—Suerte hoy Eva.— grito y le sonreí agradeciendo.

Camine a mi salón y toque la puerta.

—¿Estás son horas de llegar?— la mestra cruzo sus brazos mirándome enojada.

La droga de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora