5- Visitas

430 25 6
                                    

Días después.

Hoy es jueves y mi tía está por llegar. A este punto ya sé que solo la familia de mi madre nos visita y eso no pasa muy seguido por eso mi madre tiene todo más controlado... más de lo normal.

De: Oliv. "Hoy llega tu tía, no"

Para: Oliv. "Si."

De: Oliv. "¿Cami irá?"

No recordaba que mi madre mencionara que alguna de mis primas vendría.

Para: Oliv. "No lo sé, tal vez."

Y por si no queda claro Olivia es un encanto de chica y cualquiera que logre conocerla terminará fascinado.

De: Oliv. "Bueno dejo que te apures Eva, cuídate."

Para: Olivia. ", tú también cuídate."

—¡Eva ya arréglate que están por llegar!— suspiré y fui a mi armario para buscar ropa.

Agarre una camisa blanca y unos pantalones de mezclilla, demasiado pegados para mi gusto, me vi al espejo y suspire.

No suelo ponerme este tipo de ropa, para ser honesta mi madre me las regalo una navidad, nunca las había ocupado, solo por esta ocasión y para no recibir un regaño de mi madre no me vestí como siempre lo hago.

Me senté en mi cama y me puse calcetines y mis vans.

El timbre sonó y solo resople, cepille rápido mi cabello y me mire al espejo, había comenzado a crecer, sonreí a mis adentros y salí de mi cuarto tratando de mantener la mirada pegada al suelo.

Baje las escaleras y al llegar abajo mi pude ver a mi tía Ruth y su nieta; Camila, no la frecuentaba mucho, pero no significa que no me agrade, saludé con la sonrisa a esa señora que rondaba los 60, luego estreche la mano con mi prima que era un par de años mayor que yo.

Nos sentamos a comer. Camila y mi tía juntas y mi madre y yo frente a ellas.

Se sirvió la comida, pasta.

Mi tía sacaba temas triviales con mi madre, y yo aburrida comencé a platicar con Camila.

—Ya conseguiste tu título ¿no?— le pregunté al recordar que no hace mucho terminó la universidad.

Ella asintió feliz mientras tomaba jugo.

—Sí, la verdad eso me tiene muy contenta.

—me alegro.— ella me miró a los ojos y sonrió, le sonreí y seguimos comiendo.

La tarde casi acababa y la señora tenía que irse, se iba a ir con Camila pero mi madre hablo.

—Que tal si Cam se queda, si quieres te pago un taxi tía. Las niñas necesitan convivir.— lo pensó un momento pero al final acepto, Camila entro de nuevo a la casa y mi madre espero el taxi con la señora.

—¿Quieres ver películas? o algo.— le ofrecí y ella acepto, se fue a sentar al sillón y yo fui a la cocina por algo para comer, llegué con frituras y un par de refrescos.

—Gracias.— dijo cuando los dejé frente a ella, yo asentí y buscamos una película por más de media hora. En defitiva no teníamos nada en común.

Al final decidimos ver una película de terror.

—Es ilógico, por qué habría un demonio en un albergue.— dijo con tono ridículo, yo levanté los hombros.

—No lo sé pero no me da buena espina el señor.— dije al ver a los dos hombres frente a otra persona, según exorcisandola.

Ella me dio punto a favor y el tiempo paso hasta que la película se acabó.

La droga de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora