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CAPÍTULO UNO

— Señorita Garzón — llamó el profesor sacándola de sus pensamientos

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— Señorita Garzón — llamó el profesor sacándola de sus pensamientos.

La pelinegra miró al hombre de bata blanca que se encontraba en la planta baja exponiendo sus conocimientos frente a todos.

— ¿Si?

— ¿Conoce la respuesta? Parece que sus compañeros no están al tanto. Su mano fue la única que no se subió.

Poché miró a su rededor y notó que todos la estaban mirando.

— Am ¿podría repetir la pregunta, por favor? — dijo al volver la mirada hacia el hombre que ocupaba el puesto de jefe de pasantes de último año.

— Por supuesto — respondió ése amablemente antes de proseguir a realizar la pregunta de nuevo — es una patología respiratoria que se caracteriza porque las personas que lo padecen roncan habitualmente, tienen paradas de la respiración de forma repetida y somnolencia durante el día. Como consecuencia, los pacientes que la padecen no pueden descansar bien durante las horas de sueño. ¿Qué enfermedad es?

Se hizo un momento de silencio en medio la sala mientras la pelinegra trataba de enfocar su mente. Recordaba haber leído el tema.

— Amm...eso es apnea del sueño, señor.

Muchos estudiantes intercambiaron miradas y comentaron por debajo, preguntándose qué era ése nombre.

— ¿Causas? — volvió a preguntar el hombre.

— En condiciones normales, cuando las personas duermen, la vía aérea está permeable, es decir, pueden respirar con tranquilidad. Sin embargo, en algunas fases del sueño los tejidos se cierran y bloquean la vía respiratoria causando la apnea — explicó la pelinegra mientras sus compañeros se apresuran a tomar apuntes — Además de esta causa existen otros factores que pueden aumentar el riesgo de tener apnea: Tener el maxilar inferior más corto que el maxilar superior. Determinadas formas del paladar o de la vía respiratoria que originan el colapso de la vía. Tener un cuello grande. Poseer una lengua que puede retrotraerse hasta bloquear la vía respiratoria. La obesidad. Tener unas amígdalas o vegetacionesgrandes que pueden taponar la vía respiratoria.

El profesor la felicitó antes de continuar con la clase. En cuanto culminó el horario, cada estudiante empezó a recoger sus pertenencias. Poché suspiró con alivio, aunque esperaba que su distracción no le hubiera hecho perder puntos. Pues en la sala también habían miembros de la junta directiva, quienes evaluaban el rendimiento de los estudiantes de último año.

— ¿Señorita Garzón? — la presidenta del hospital se acercó a ella con una amable sonrisa.

Poché se dirigió a ella y ante los tres hombres que acompañaban a la mujer, miembros también de la junta directiva.

— Buenas tardes — dijo la pelinegra.

La mujer alta sonrió. Por alguna razón su mirada siempre estuvo puesta en Poché desde el primer año cuando ésa ingresó al hospital. La determinación y confianza de la joven la recordaba a ella en su época de pasante.

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