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CAPÍTULO VEINTITRÉS

Poché entró en el local siguiendo a la castaña; y era una tienda de ropas

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Poché entró en el local siguiendo a la castaña; y era una tienda de ropas. Ropas que costaban a partir de mil quinientos dólares a más y se preguntó si era realmente necesario gastar tanto solo por una prenda.

Vio a Calle sentarse en un sofá blanco e inmediatamente la asistente preguntarle por lo que deseaba tomar. La pelinegra apreció lo perfecta que se veía con aquél traje negro que usaba ése día. Para ella; Calle era posiblemente una de las mujeres más hermosas que había visto a lo largo de su vida; era una estupidez pensar que podría fijarse en ella como algo más que una muñeca. De eso estaba segura.

- No hay mucho tiempo - dijo Calle a la pelinegra - vamos a empezar.

Dos mujeres se acercaron a Poché y la pidieron que las acompañara. La entregaron un vestido blanco y corto de mangas largas y unos tacones. Ésa se lo puso y después salió a mostrar a Calle cómo le quedaba. Ésa no mostró ningún tipo expresión que pudiera dejar en claro si le gustaba o no.

- Siguente - dijo.

Poché siguió probándose ropas y más ropas hasta que finalmente usó la que se había probado antes.

Cuando bajaron; Poché vio que unos asistentes del hotel estaban guardando unas maletas en el auto. Ella realmente no consideraba que fuera necesario que le compraran todo eso. No lo necesitaba. Podía vivir perfectamente con las ropas que había estado usando. Además; podía perfectamente hacer su maleta sin ayuda de nadie.

Ramiro claramente mostró asombro al ver a la pelinegra subir al auto; pues Calle nunca llevaba a nadie más a sus viajes de negocios y menos a mujeres. De hecho, habían tantas cosas que su joven ama no hacía y que ahora estaba haciendo. Poché estaba estupefacta. En verdad estaba en un jet privado con destino a Nueva York. Realmente estaba viviendo algo como eso. Nunca se había imaginado salir país.

Cuando el piloto aterrizó, un auto privado inmediatamente los llevó al hotel donde la castaña acostumbraba que hospedarse, pero se habían olvidado de un pequeño problema.

- Lo sentimos, señora Calle, estamos en temporada alta y no nos quedan más habitaciones libres.

- Compartiremos la misma habitación - dijo la castaña logrando que las personas cercanas a ella se mostraran interesadas en el asunto.

- Por supuesto.

Tras unas gestiones más, entregaron a Calle una especie de tarjeta que hacía la función de llave. Ambas usaron el elevador para la planta veinte en compañía de los empleados que se encargaban del equipaje.

- Llegaré tarde - dijo Calle - puedes divertirte como quieras.

- De acuerdo - dijo la pelinegra.

Calle abandonó la suite tras besarla como bien lo había dicho. Poché solo correspondió al beso como si tuviera alguna otra elección. En cuanto Poché se quedó sola, pensó en ver algo en televisión ya que no tenía nada que hacer, y tal vez dormir un poco más, puesto que había despertado tan temprano.

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